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Los efectos de la depresión

La necesidad de prestar especial atención a situaciones de soledad y falta de apoyo social

Hace unos días, me llamó especialmente la atención una información que daban en un medio de comunicación, en donde decían que una media de 125 asturianos, se quitaban la vida cada año. Comentaban que la cifra se repetía sin apenas variación desde el 2003, aunque sí que estaba cambiando la franja de edad. El número, estaba aumentando en los grupos de edad entre los 30 y 59 años y descendiendo en los menores de 30 y mayores de 60. También hacían hincapié en que la tasa de suicidios, entre los asturianos, estaba siendo mayor que la media nacional y que se aproximaba a la de regiones europeas de Irlanda, Escocia, Alemania o Dinamarca.

La verdad es que esta noticia es muy fuerte. Y desoladora. Porque, que duda cabe que la tristeza es una respuesta normal a determinados acontecimientos de la vida. Sin embargo, la depresión es otra cosa. Ante cualquier acontecimiento de la vida cotidiana, todos reaccionamos con tristeza o alegría. Hasta ahí, todo es normal. Ahora bien, cuando la tristeza es profunda y desproporcionada a la situación, o la alegría no está motivada, se habla de depresión o manía, respectivamente, y pasa a ser considerada una enfermedad. Indudablemente, las oscilaciones del estado de ánimo tienen unos márgenes de fluctuaciones normales; la cuestión está en establecer el punto en el que el grado de sufrimiento incapacita a esa persona para superar una determinada situación.

Las manifestaciones de la depresión son múltiples y de diversa intensidad, pero las más comunes son la tristeza, irritabilidad, ansiedad, desinterés por el trabajo, la familia, el sexo y las relaciones sociales, bajo nivel de autoestima, perturbación de la percepción del tiempo -el paso del tiempo puede parecer interminable-, falta de concentración, indecisión y vacilación excesiva, entre otras. En definitiva, el pesimismo tiñe los pensamientos de esa persona y los aspectos negativos de su existencia cobran mucha más importancia que los positivos, que llegan incluso a considerarse inexistentes. Las personas deprimidas muestran niveles muy altos de cortisol y de varios agentes químicos que actúan en el cerebro como los neurotransmisores serotonina, dopamina y noradrenalina. Estos niveles pueden estar elevados por motivos hereditarios, pérdidas importantes, carencia de trabajo, la falta de capacidad de adaptación a determinados cambios, el acoso?

Por eso, quizás deberíamos de prestar especial atención a ciertas situaciones de soledad, falta de apoyo social y familiar, marginación, desempleo, consumo de sustancias, acoso escolar o la marginalidad.

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