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Los años botánicos

A puntito

El 25 de Abril es el día de la revolución de los canales, también de nuestra efeméride más funesta y ahora de la nueva tele

De la noticia se ha cumplido la friolera de un lustro sin lustre. Cinco años desde que la vieja Nou (perdón por el oxímoron) dejase de emitir su carta de ajuste por culpa de los ajustes. Pero hoy ya volvemos a escuchar la À-radio y, al fin, vamos a poder resintonizar los televisores porque el gran "dial" ha llegado. El 25 de Abril es el día de la revolución de los canales y, claro está, de nuestra efeméride más funesta y "quan el mal ve d'Almansa a tots alcança".

Abro paréntesis. La jornada -sin el rojo en el calendario- conmemora nuestro 11 de septiembre, pero a la manera de la Diana catalana, sino a la efeméride de Nueva York. Porque la quema de Xàtiva fue como la Zona Cero, donde todo quedó socarrat y con los cuadros del revés. Cierro paréntesis.

Pero no nos pongamos tristes, que a los telespectadores valencianos, más allá de estas batallitas, lo que les interesa saber es cómo acababa la Alquería Blanca. De modo que ahora y aquí me gustaría comenzar este post haciendo un poco de spoiler. Aquella alquería en realidad no era blanca, era "blava", y su alcalde, don Miguel, era un "camisa azul". Tampoco era una casualidad inocente que Tonet, el tonto de pueblo, militara en el PSPV-PSOE. Al final -ya se lo avanzo-, el jefe local del Movimiento se convertía en demócrata por el tercio de Alianza Popular, y, en el penúltimo capítulo, hasta llegaba a montar una franquicia de audífonos Faes, con cuyo lucro (presuntamente) financiaba ilegalmente las campañas electorales de su partido. Aunque parezca increíble, el bobo con sobrepeso y socialista, en la enésima temporada (la que ya nunca se emitirá) se decide a salir del armario ropero, se casa un otro hombre y se hace con la vara de mando municipal, gracias a la coalición con el cura don Cipriano, que cuelga los hábitos en una crisis de fe y se presenta como candidato por la lista de Compro Misas. En la ficción, le llaman el Pacto de "Vota Tonico", un guiño a este nuevo tiempo botánico y siempre metido en jardines. Sin embargo -también se lo digo-, a pesar de estos giros argumentases y final inesperado, la más exitosa serie en canal, una suerte de "Cuéntame" y "Hause of cards" juntas, no volverá a hacer las delicias la parrilla autóctona ni a reeditar los shares en las noches de los domingos valencianos.

"Uno, dos, uno, dos, probando", me dice y me repite la responsable de la Corporación, que si no fuera porque el pirulí de Burjassot está lleno de enchufes, es la Corporación menos corpórea que me he echado a la cara. Ella se esfuerza en asegurar que lo tiene todo "à punt", en pruebas, pero "à punt". Lo pronuncia así, con el acento abierto en la "a". La jefa de la "Cosa Nostra" me asegura que los ex trabajadores de la extinta RTVV, se han vuelto a presentar a las oposciones y las han aprobado con nota, sin trampa ni carnet. Menudo alivio; ya me veía otra vez al komintern de empresa con sus pegatinas y megáfonos dándome la brasa a la puerta del Palau.

Luego, la Directora le indica a la maquinadora que me baje los brillos que vamos a grabar el discurso inaugural. No sabía que brillase como una virgen de Lourdes o un Gusiluz, pero ella insiste en que hay que eliminar el efecto centelleante de las perlas que produce mi sudoración capilar al reflejo de los oropeles del Saló Daurat. Entonces, señala que la "À" no será como el Canal 9, donde todo eran lentejuelas, espejismos y monleonetes con las huchas y "a guanyar diners". La novísima televisión, afirma, la ha diseñado el mismísimo Risto, un tipo fotofóbico que no se quita las gafas de sol ni cuando se echa una cabezadita en el chester. Inclusive el logotipo, con la primera letra del alfabeto convenientemente atildada, nos lo ha diseñado en blanco y negro por un pavor enfermizo a la variada gama Pantone. Ella lo justifica y me ofrece la explicación sobre la atrevida apuesta del publicista catalán. Según cuenta, él se presentó a nuestro concurso y lo ganó. Se ve que el tío conserva intacta la fama que se ganó a pulso como miembro del jurado de la primera edición de OT, cuando repartía estopa a bustamantes, bisbales y los otros triunfitos. Y, más recientemente, como jurado de Tú si que vales o Factor X, (el orden de los factores no importa) donde se le va la mano pulsando el botón rojo contra el primer freak que se le pone por delante. Así que, cuando el concursante es él, nadie se atreve a toserle, por miedo a que les fuera a soltar un par de frescas. Respecto al dibujo, la Directora General de Medios me dice que es representación de un paellón de arròs negre al punto con abundante socarrat. Todo visto desde el aire, y con el acento girado, que es el cucharón de madera de este bodegón. Risto Mejide le ha asegurado que es minimal, pero yo pienso que es mini-malo "à secas".

Al Cronista Montañés, envidioso como el que más, À punt le suena a Apu Nahasapeemaptilon, el inmigrante indio de Los Simpson. Le hubiera gustado que la radiotelevisión nonata y novata se hubiera denominado "R-10" (pronúnciese: "Re-Deu!", a la valenciana), que diez siempre será más que Nou.

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