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Maite Mercado

Yo sí te creo

La indignación provocada por la sentencia del caso de La Manada ha sacado a miles de personas, la mayoría mujeres, a la calle porque está muy respetar las decisiones judiciales pero no es comprensible que sea violencia gritar y cantar consignas independentistas encima de un coche y no lo sea que penetren a una chica sin su consentimiento, condición que reconocen los jueces en el escrito de hechos probados. Inexplicable leyendo ese brutal relato que no consideren intimidación que cinco tíos te cojan de la muñeca, te metan en un cuartito angosto, te rodeen y te bajen los pantalones.

Las críticas se deslizaban no solo en informativos, magacines y tertulias, preparados para emitir en directo la lectura de la esperada sentencia; también en programas de entretenimiento como «Sálvame», que arrancaba con una intervención de Carlota Corredera y sus colaboradores en contra de la condena por abusos. Millones de espectadores escucharon a Jorge Javier Vázquez, tajante, en «Supervivientes»: «Permítanme 20 segundos. Me produce muchísimo desasosiego vivir en un país en el que las mujeres están tan sumamente desprotegidas (...) Hoy no solo han perdido las mujeres, que son desde luego las principales afectadas por esta sentencia. Hoy ha perdido el país entero. Es una auténtica vergüenza». Sandra Sabatés recordó en su reflexión viral de poco más de un minuto en la mesa de «El Intermedio» a Nagore Laffage cuyo nombre conocemos porque se resistió y su agresor sexual la mató a golpes en los San Fermines de 2008. No sabemos cómo se llama la joven que se convirtió en la pieza de caza de la manada de esa noche porque «se dejó» y está viva. «Ninguna mujer debería arriesgarse a morir para demostrar que ha sido violada», decía Sabatés. Afortunadamente, no solo la ciudadanía considera que la sentencia es incoherente. La Fiscalía recurrirá y hasta el Gobierno afirma que habrá que revisar la tipificación de los delitos sexuales en el Código Penal. Además, se habla de mejorar la formación de la judicatura porque, como afirmaba García Ferreras, «la Justicia española también cuenta con personajes insensibles e incapaces». Más de un millón doscientas mil personas habían firmado ayer a mediodía una petición para que inhabilitaran a estos jueces que consideran que la penetración oral, vaginal y anal sin consentimiento no es una agresión sexual porque no le pegaron. Uno de ellos, ya saben, el señor Ricardo González, cree que los hechos no merecen ni siquiera reproche y aprecia «excitación sexual» en la víctima. Repugnante.

Una mujer es violada en España cada ocho horas, cuatro al día, unas 1.200 al año. Más otras tantas que no denuncian por miedo a que no las crean, a que sean ellas las juzgadas y las culpables. Las movilizaciones seguirán. Ya está bien.

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