Y qué otra cosa ha podido ser el juicio contra La Manada, más que un escarnio de la Justicia o puede que directamente de los tres magistrados implicados, hacia la víctima de una agresión sexual, de una violación, lo demás es querer travestir la realidad. Y la realidad es que cinco energúmenos acorralaron en un portal a una joven haciendo con ella lo que les dio la gana, agrediéndola de forma grupal, sometiéndola, vejándola. Nos piden que seamos respetuosos con la Justicia, pero con qué Justicia, ¿con la que imparte un juez discrepante que se atreve a decir que ve en el vídeo sexo "en un ambiente de jolgorio y regocijo"? Digo yo que hablará por los cinco salvajes, porque para la víctima ni jolgorio, ni regocijo, solo dolor físico, dolor moral y humillación.

Los salvajes han sido absueltos de agresión y condenados a nueve años por abusos. Si los jueces ven un divertimento y un simple abuso en una violación grupal, mal va a ir la cosa para las mujeres en España. Están en la obligación de revisar y emplearse a fondo con el vigente Código Penal que es una mierda pinchada en un palo a tenor de esta y otras sentencias. Lo más sangrante es que los miembros de la manada podrán pedir permisos penitenciarios dentro de seis meses. Sus señorías se han quedado tan oreados después de ponernos a las mujeres a los pies de los caballos, eso sí, siempre en un ambiente de jolgorio y regocijo, y dejándonos a merced de tanto depredador sexual como hay suelto, capaz de emprenderla incluso con una escoba con faldas.

Muchos sectores de la sociedad no creen en la Justicia pero es que con esta sentencia, las mujeres españolas, especialmente las más jóvenes, han perdido la poca fe que les quedaba, no aciertan a comprender la blandenguería judicial para con quienes tenían que haber recibido un castigo ejemplar que hiciera disuadir a otras manadas y a otros lobos solitarios. Habrá más violaciones grupales. Que nadie lo ponga en duda. De unas nos enteraremos porque se denunciarán y de la mayoría nunca llegaremos a saber nada por una cuestión de miedo, pudor o vergüenza de la víctima.

De cuan poca consideración gozamos las mujeres españolas ante la Justicia. De aquellas consideraciones de escotes y minifaldas que tanto alteraban a según qué jueces que valoraban a sus portadoras poco menos que como meretrices, se ha llegado a esta sentencia vejatoria para las mujeres. De aquellos polvos minifalderos vienen estos lodos violadores. Que no me hablen de Justicia paternalista, porque la labor de un padre es defender la honra y el buen nombre de su hija, y estos tres de la Audiencia navarra han echado por tierra la honra de la víctima de la brutal agresión sexual.

Sentencias así nos lo están poniendo muy difícil a las mujeres. Cualquiera puede hacer con nuestro cuerpo y nuestra voluntad lo que le venga en gana, porque saldrá absuelto o con la mínima, como éstos cinco bestias. Por cierto, a los dos que deshonran los uniformes de la Guardia Civil y el Ejército, que los echen sin más contemplaciones. Pobres compañeras de ambos, como les dejen volver al redil. Nuestra indignación y enfado es real, nos están marginando. Si una violación es un abuso, tocarnos una teta o el culo se convertirá en el pan nuestro de cada día. Nos han abocado a ello.