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Matones de colegio

No estamos en el mejor momento de la democracia. Algo muy profundo, un tejido cómplice y exigente, con momentos de benevolencia imprescindibles, debe de haberse roto, para que un tipo como Donald Trump pueda mandar a sus asesores con una maleta de billetes para que no hable la actriz porno, o la modelo o la puta de lujo, y no pase nada. Por lo visto para la manada que le vota no hay nada que demuestre más hombría que agarrar a una mujer por donde te apetezca y cubrirla de dólares. Bill Clinton por una felación deseada y con cierta dosis de fascinación por las dos partes (según Philip Roth), fue examinado, perseguido y expuesto a un obsceno auto de fe. Se acordaron, de repente, de los preceptos morales ¿Hay alguien ahí?

Ya se ve quien manda en los aparatos de creación de realidades paralelas, de propaganda infecciosa. Una pista: aunque aparezca mucha gente no están hechos pensando en la gente. En un pasado nada lejano hasta un tipo conservador como Ike Eisenhower denunciaba el indecente juego oligárquico del complejo «militar industrial», aunque estaba, cierto, Richard Nixon, pero Nixon acabó muy mal. Cualquiera de los dirigentes sionistas de las primeras hornadas podía parecer el príncipe de Maquiavelo al lado de un tarugo como Netanyahu que denuncia a Irán con un bodegón de DVDs, que parecen recién intervenidos a un moreno del top manta, como prueba de la agresión de los ayatolas a Israel.

Emmanuel Macron tiene a De Gaulle como modelo, pero es más bajito en todos los sentidos, aunque, al menos, es un europeísta. Fuera de Europa nos esperaría el fascista Orban, el cínico Putin o Theresa May que no es, precisamente, Churchill. Estados Unidos alimenta cualquier pendencia entre chiíes y suníes para lograr que los musulmanes se maten entre sí: si Europa no es capaz de alejarse de tales planes, el Diluvio nos lloverá a nosotros, América esta lejos de La Meca. Ya sólo faltaba Kim Yong-un repartiéndose el bocata de mortadela con Trump después de haberse peleado en el patio del colegio a ver quien la tenía más larga.

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