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Matías Vallés

Inmunidad para Rajoy

Si usted hubiera sido un ministro relevante en los gabinetes que cobijaban a Rodrigo Rato, Eduardo Zaplana o Jaume Matas, también buscaría toda la protección del mundo. Nada que objetar pues al encastillamiento del actual inquilino de La Moncloa. En contra del sentir de la opinión pública, las sucesivas condenas por corrupción solo refuerzan la urgencia del blindaje palaciego, en lugar de debilitarlo. Es la primera contradicción, aquí llega la segunda. El consenso nacional sobre la imprescindible sustitución de Rajoy no cuenta ni con la excepción del propio afectado. Ahora bien, el presidente del Gobierno se juega más que quienes aspiran a deponerlo. Su futuro no acaba necesariamente en la calle.

Por fortuna, la política siempre fabrica una solución, aunque a Rajoy le sorprenderá que no siempre llegue por la vía corrupta. Contra la preocupación por un futuro juicio que no se limite a la opinión pública, basta con ofrecer garantías. En este caso, consistirían en ofrecer inmunidad contra la persecución penal al presidente del Gobierno. Suena poco democrático, pero la melodía cambia al recordar que ocurrió en la democracia más apreciada del planeta, si entendemos por tal a Estados Unidos.

Enfangado en el Watergate, también Richard Nixon se resistía a dimitir en 1974. El presidente estadounidense tenía pánico al futuro penal que le aguardaba en cuanto abandonara la Casa Blanca. Pensaba resistir hasta el último momento en su situación desesperada, ¿les suena? Incluso barajaba amnistiarse a sí mismo, explotando las prerrogativas de su rango imperial. Para evitar el bochorno, su vicepresidente Gerald Ford se comprometió a dictar un perdón presidencial incondicional a favor de su predecesor, en cuanto se produjera el recambio en el cargo. Así sucedió. Nixon abandonó tras obtener garantías, y su sucesor firmó la exoneradora Proclamación 4311. En la variante española, la redacción del texto podría encomendarse al juez Llarena, con el visado del Constitucional. Rajoy obtendría la inmunidad, tras actuar con la impunidad que le recuerda la sentencia de Gürtel.

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