S e mire por donde se mire, Jorge Mendes es un crack. El luso maneja el mercado a su antojo. Llega el verano, engrasa la manivela y su caja registradora funciona a tutiplén. Que si hoy coloco a Cancelo, mañana tonteo con Santi Mina, durante el Mundial mercadeo con Guedes... todo ello como aperitivo a arremangarse y encarrilar la operación de todas las operaciones que será la salida o mejora de contrato de Cristiano Ronaldo del Real Madrid. Pero, cuentan, a Mateu Alemany no le intimida cómo negocia el portugués y los chicos?cas de su despacho. Él, con el segundo botón de la camisa blanca abierta, va a la suya. El Valencia necesita vender para cuadrar el presupuesto y él sabe cuánto quiere y cómo lo puede conseguir. La paciencia, dicen, es la madre de la ciencia y el mallorquín se agarra a ello. Yo, hasta que no me demuestre lo contario, confío en el criterio del Director General.
La temporada, con la Champions como plato fuerte, se presenta ilusionante. Pero ojo al lunes, una cosa es el entusiasmo y otra el bolsillo. Para llenar Mestalla -maravillosa la idea de prohibir fumar- el precio de los abonos no puede dispararse. Una de las patas del éxito de esta temporada ha sido olvidar, restañar las heridas abiertas con la grada y volver a convertir el campo en un fortín. Presidente Murthy, téngalo en cuenta.
