Que buena parte de la televisión generalista está de vacaciones es una evidencia, sólo hay que encenderla para darse cuenta. Durante esta semana ser espectador sin un canal de pago streaming resulta tan frustrante como ir a comprarse unas chanclas y un bañador en el mes de diciembre, entrar al es
tablecimiento sabiendo que la oferta será más bien nula o escasa y que al salir te verás obligado a buscar tu producto en internet.
Netflix, HBO o Movistar son esos lugares donde encontrar tu «ropa de baño» y ni las excepciones en forma de ficción en abierto se salvan de este estado televisivo semicerrado por vacaciones. Lo digo por «The Good Doctor», la serie revelación del último mes con excelentes audiencias para Mediaset que esta semana no ha emitido capítulos de estreno y en su lugar ha repuesto dos pasados. La explicación no es justa para el consumidor pero si sencilla: resulta que esta semana es la de menor consumo televisivo en todo el año, así que por qué malgastar episodios si la mayoría del país anda buscando un hueco donde colocar la sombrilla...
Sólo los programas en directo salvan la pantalla, y por estas fechas de ciudades vacías y costas rebosantes, ya se sabe, las informaciones que protagonizan sus contenidos, salvo la urgente última hora, tienden a hacer vivir en el espectador ese día de la marmota versión canícula, véase: Medusas peligrosísimas, no tanto como el escualo que se asoma cada temporada por nuestras playas para salir en las noticias. En la misma corriente, tan recurrente en estas fechas, esa vaquilla de pueblo que se escapa o embiste al que gusta entretenerse con cuernos y animales, nunca lo comprenderé, el gusto digo.
Y así, en plan animal también, esa inglesa octogenaria que denuncia el exceso de españoles en su hotel de Benidorm; y peor todavía, ese estúpido español que denuncia en las redes a Carrefour por saludarle en valenciano con un benvinguts, pobre ignorante cuando se entere que ese súper es francés... Visto lo visto voto por un apaga y vámonos...
