Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Encerrad a Willy

Encerrad a Willy Toledo, por favor, que se ha negado por dos veces a ir a declarar ante un tribunal acusado de un delito que no existe, el de blasfemia, a instancias de una chiripitifláutica asociación de abogados cristianos cuyos miembros debían estar rezando el rosario el día que se impartió la materia pederastia en la carrera de leyes, porque en esa brega ni están ni se les espera. Enchironad a Willy, a poder ser en el penal de Brieva, donde Iñaki Urdangarin se siente muy solo purgando pecados que sí son de este mundo. Qué conversaciones tan buenas tendrían ambos sobre la monarquía y la república y Corinna.

En la España de Pedro Sánchez, que se parece misteriosamente a la España de Mariano Rajoy, el juzgado que admitió a trámite la demanda por juramento, que podría hacerse extensible a todos los miembros de mi familia cada vez que nuestro equipo falla un gol, está buscando a Willy y quiere que le detengan. Años atrás, las abuelas nos amenazaban con lavarnos la boca con jabón por pronunciar el nombre de Dios en vano. Ahora se pone en marcha toda la maquinaria del Estado, un dineral, para arrestar a un tipo que se expresa con vehemencia. Nuestras abuelas, que sabían lo que cuesta ganarlo, habrían archivado el requerimiento de unos señores con demasiado tiempo libre contra un actor que ejerce como pocos uno de los cometidos esenciales de su oficio, la provocación.

Si no fuese porque el procedimiento sigue su curso, ya ni nos acordaríamos de que Willy Toledo lanzó un exabrupto hace un año en defensa de unas mujeres feministas denunciadas a su vez por escenificar otro exabrupto. Tal vez se pueda emplear nuestro derecho al olvido de los comentarios de Willy Toledo como argumento de defensa que frene esta sinrazón. Dios, en su infinita misericordia, ya le habrá perdonado. Que algo tan nimio acabe con un actor en la trena, y nosotros pagando su manutención es un disparate. Para castigo, liberad a Willy y que se vea obligado a seguir buscándose la vida en el proceloso mundo de la interpretación.

Compartir el artículo

stats