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Odiada memoria

Han decidido inhumar viva y dolorida a la Memoria bajo las piedras sepulcrales de una fundación y alzar sobre ellas frías alegorías de Concordia y Libertad. Un disfraz para el odio que profesan a memoria, madre de una historia "que la familia no necesita" (Ahmatova). Así legitiman la proliferación de relatos para mejor ahogar a la verdad.-

Pero deberían recordar las palabras de Karl Kraus, escritor: "Grande es la infamia de los asesinos, mayor la infamia de los que no quieren recordar". Para no olvidar la primera e impedir la segunda, el gobierno debe ir hasta el final ya, sin esperar las elecciones y ejecutar lo anunciado en materia de memoria histórica: cumplir y modificar, si preciso, la Ley, atribuirle los fondos necesarios, anulación de sentencias de tribunales militares y de excepción, total transparencia de documentación y archivos históricos, ni una fosa con restos de asesinados sin excavar, centros del recuerdo, erradicación de toda la simbología franquista aún existente, sobre todo esas cruces faraónicas que se alzan entre nosotros.

En los últimos mil años de historia europea, después de haber servido en Roma para crucificar a los esclavos, las cruces han estado presentes en los más terribles crímenes y matanzas: cruces de los cruzados en el exterminio de los albigenses y en Palestina, cruces de los caballeros teutónicos, cruces de los autos de fe y de las hogueras, cruces gamadas y flechadas nazis, cruces de hierro, cruces de los tribunales que asesinaron a Bóveda y a Companys, a Baena y a Puig Antich, cruces gigantescas que acentúan la barbarie. Por eso, aunque vivamos en democracia, no cambia la naturaleza homicida de esas cruces. Que amargura recordarlos cada año ante el monumento a la mayor gloria de los verdugos. Un patíbulo es siempre un patíbulo, en democracia o en dictadura. Su destino no puede ser otro que la demolición.

Finalmente, ¿Qué gobierno pedirá perdón por tanta sangre vertida por la fuerza del Estado? Recordemos a W. Brandt arrodillado en Polonia, incluso a Macrón ante la guerra de Argelia. Un gesto así del presidente pondría el broche de oro a la recuperación de la memoria.

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