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Empapados

Estaba cantado, no hay mejor carta de presentación para una cadena autonómica recién nacida que un fuerte temporal de lluvias. La subida del «share» durante la reciente gota fría ha sido casi tan acusada como el caudal del agua que inundaba hace una semana tantas calles y campos de nuestras comarcas. Una llamada televisiva, de proximidad, a la puerta del ciudadano, potencial espectador, para decirle ya estamos aquí para servirles, informarles y si se dejan, entretenerlos€

Y mojados de los pies a la cabeza, una legión de reporteros, los de aquí y los de allá, especialmente La Sexta. Todas las cadenas anegaban sus directos con profesionales, con sus botas de agua, dispuestos a sufrir las inclemencias para hacer llegar lo acontecido a los espectadores resguardados bajo techo, con o sin goteras. Observo a algunos micrófonos con cable en mano y me inquieto por esa relación imposible agua y tecnología; muchos contaban sus crónicas completamente empapados, el paraguas daba igual, calados, contando sin apenas poder contar. Recuerdo una compañera en Peñíscola tiritando, lanzando palabras contra el viento de rachas intensas y aguantando estoica y profesionalmente los chuzos de punta. La veía y padecía, pero más sufriría ella.

Había profesionales que aumentaban innecesariamente el nivel de riesgo y padecimiento colocándose dentro de algún río efímero, soportando el equilibrio contra la fuerza del agua para así transmitir la calamidad meteorológica, informar con el agua llegando a las rodillas no es preciso. Escenas que me recuerdan al The Weather Channel estadounidense que tanto acostumbra a narrar este tipo de inclemencias€

Y al final, pese al más que confirmado cambio climático que vivimos, siempre sale el sol. Cuánta razón llevaba el bueno de Sanz cuando cantaba aquello de la tormenta y la calma que llega después, cierto, como toda la lluvia que hemos visto caer...

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