Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El futuro del capitalismo digital

El futuro del capitalismo digital está en la llamada "inteligencia artificial", pronostica el investigador bielorruso residente en EEUU Evgeny Mozorov, uno de los mayores expertos en internet.

Según Mozorov, es ya significativa la participación accionarial que tienen en el sector tecnológico estadounidense los fondos de inversión soberanos como el noruego, el saudí, u otros como el Vision Fund creado por el grupo nipón Softbank, especializado en start-ups.

Si llega actualmente en tales cantidades dinero de ese los fondos soberanos o de pensiones hay que preguntarse si no será porque la economía global no puede garantizar la rentabilidad que aquéllos demandan.

El actual modelo de empresas cuya expansión, como ocurre con Google, se financia sobre todo con sus ingresos publicitarios, no puede continuar indefinidamente, explica Mozorov.

Esas empresas, en su mayoría estadounidenses, aprovecharán las enormes cantidades de datos personales que hayan ido recogiendo de sus usuarios para la transición a otro modelo de negocio.

Hay que tener en cuenta que lo mismo Google que Amazon, Facebook o Microsoft son cuasi monopolios digitales, que dominan sus respectivos sectores aunque al mismo tiempo compitan entre sí.

Y si compiten es porque los servicios que ofrecen se basan de un modo u otro en la inteligencia artificial, y si ahora la computación en la nube desempeña un papel importante, en el futuro la prioridad serán los servicios basados en la inteligencia artificial.

Mozorov pone como ejemplo a Google, que gracias a la inteligencia artificial desarrollada por ella misma, ha logrado economizar hasta un 40 por ciento de su factura energética, algo que podría ofrecer a otras empresas y no sólo del sector digital.

Algo parecido ocurre en otros campos de aplicación como los coches de conducción autónoma, sistema posibilitado por tecnologías punteras como el reconocimiento facial y el de objetos, en las que también Google lleva una clara ventaja.

Y eso es así gracias a que todos nosotros ayudamos como usuarios a esa empresa de Silicon Valley a perfeccionar sus técnicas de reconocimiento y a mejorar sus algoritmos cada vez que utilizamos sus productos.

Pues bien, con esas nuevas tecnologías, las empresas digitales obtienen ya ahora una rentabilidad superior a la que les proporcionan sus negocios tradicionales: la publicidad en el caso de Google o el comercio electrónico, en el de Amazon.

Un día no lejano echaremos de menos, dice Mozorov, los buenos viejos tiempos en los que empresas como Google o Facebook ponían a nuestra disposición servicios muy útiles que no nos costaban nada aunque nos convertían en ciudadanos de cristal.

Si Google colabora actualmente con el Servicio Nacional de Salud británico en asuntos como el reconocimiento precoz de las enfermedades renales, es fácil pensar que no siempre será así, sino que llegará un día en que seamos los ciudadanos quienes tengamos que pagar por tales servicios.

Mozorov habla de "corporatización" para referirse al papel creciente de las empresas digitales privadas en todos los sectores de nuestra vida y dice que la primera pregunta que hay que hacerse ya es a quién pertenecen los datos personales que continuamente recogen.

Y la segunda es qué ocurrirá con ellos cuando estén a disposición de otras empresas, que tendrán con seguridad sus propias agendas. ¿Quién nos defenderá de eventuales abusos?

Al menos en Europa, agrega Mozorov, no parece que exista de momento demasiada preocupación al respecto, tal vez porque no se entienden las posibilidades ni los eventuales riesgos de la inteligencia artificial.

En su opinión, es urgente que, en el marco de estrategias nacionales en materia de inteligencia artificial, los gobiernos regulen no sólo los derechos de propiedad de esos datos sino también qué se puede hacer o no hacer con ellos.

Hay que garantizar un mayor control de los datos, de los contratos que firmen los responsables de los servicios públicos o las autoridades con esas empresas cuasi monopolísticas, entre las que no hay por cierto ninguna europea: en su mayoría son estadounidenses o chinas.

La cuestión, apunta Mozorov, es que muchas ciudades, muchas instituciones públicas e incluso Estados están gravemente endeudados, pero han de seguir ofreciendo sus servicios a los ciudadanos, con lo que verán en esas empresas privadas un alivio económico en lugar de un potencial problema.

(1) "Silicon Valley o el futuro del capitalismo digital". Blätter für deutsche und internationale Politik.

Compartir el artículo

stats