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Hacer ´un Rajoy´ con la ley electoral

Como es sabido, Mariano Rajoy es un político que hizo de la gestión de los tiempos un arte y un principio vital, que aplicaría a los asuntos más diversos. Cada vez que había un problema, o un cambio, o una oportunidad... Cada vez, en resumen, que sucedía cualquier cosa, Rajoy fiaba su solución al tiempo. Por ejemplo, con el independentismo catalán, cuestión en la que el Gobierno español no hizo nada durante años y años, hasta que Rajoy finalmente se vio obligado a actuar, claramente en contra de su voluntad y sus principios (y ya vimos lo mal que funcionó la cosa). Por ejemplo, con el reparto del dinero entre las comunidades autónomas, que casi una década después de la última reforma ahí sigue, totalmente empantanado. O con los asuntos de corrupción dentro de su propio partido, que el expresidente nunca abordó con firmeza, y se enquistaron; y un largo etcétera, que abarca incluso su salida del Gobierno, merced a una moción de censura contra la que intentó resistir por la vía de no hacer nada.

Cuando los partidos de izquierda alcanzaron la Generalitat en 2015, una de sus prioridades más claras era reformar la ley electoral valenciana. Como cualquier sistema que busca plasmar el voto ciudadano en un modelo representativo, dicha ley genera disfunciones y problemas. Fundamentalmente dos: por una parte, el listón autonómico del 5 % para obtener representación, excesivamente alto para una cámara con 99 diputados. Este listón implica que formaciones que podrían sacar hasta cuatro diputados si no existiera se queden fuera de las Corts, como le sucedió a EU en 2015, o al Bloc en sucesivas ocasiones hasta que se coaligó en 2007, precisamente, con Esquerra Unida. Por otra parte, la distribución provincial de los escaños, combinada con la asignación directa de un número de escaños mínimo a cada provincia, con independencia de la población. Este modelo genera una importante sobrerrepresentación de la provincia de Castellón, mucho menos poblada que Valencia o Alicante. Los votantes castellonenses son, así, mucho más valiosos, considerados individualmente, que los de las otras dos provincias.

El problema con las leyes electorales es que resisten con notable eficacia el paso del tiempo, a causa de un principio general de actuación, muy del gusto de Mariano Rajoy: el partido político que gana unas elecciones con una ley electoral se siente muy poco motivado para modificar dicha ley. Son siempre los partidos a los que perjudica la ley los que quieren cambiarla. Pero, incluso si consideramos que todos los partidos del Botànic, más Ciudadanos (todos necesarios para alcanzar la mayoría de dos tercios, 66 diputados, que se precisa), quieren cambiar la ley electoral, aparece un segundo problema: cada uno quiere cambiarla en un sentido determinado, que piensan que les beneficia. Y así es muy difícil cambiar nada, incluso la mínima expresión del cambio, porque siempre habrá uno de los cuatro socios implicados en la negociación (el PP, que ha ganado elección tras elección con esta ley electoral, por ahora no tiene ningún interés en cambiarla) que piense que determinado cambio les perjudica, o les beneficia menos que a los demás.

Por ese motivo, nos hemos pasado toda la legislatura negociando un cambio de la ley electoral valenciana, que ha puesto sobre la mesa múltiples modelos, propuestas y contrapropuestas alternativas, y al final no tenemos... nada. Las elecciones autonómicas de 2019 se celebrarán con exactamente el mismo sistema que las de 2015, a pesar de que la configuración del parlamento es completamente diferente ahora que en la legislatura anterior, y a pesar de que todos los partidos políticos fueron a la cita electoral de 2015 con diversas propuestas de cambio de la Ley Electoral. Dicha ley, como Rajoy, es muy resistente al cambio. Y así seguirá, hasta que aparezca un único partido político que obtenga 66 o más escaños en unas elecciones, en cuyo caso tal vez tengamos un cambio en la ley. Pero, bien mirado, si un partido alcanza tal mayoría con la actual ley electoral... ¿Para qué cambiarla? Mucho mejor hacer un Rajoy y que las cosas sean como han sido siempre.

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