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Martí

Impostura capital

València como capital mundial de la alimentación sostenible es una ficción. Los turistas de Vancouver, vienen muchos pero como no entran por Manises nadie los cuenta, que llegan a la Estació del Nord y deciden ir hasta las Torres de Serrans, solo encuentran en línea recta franquicias de restaurantes que ya conocen desde años en Canadá y en Europa. Empezando por el Hard Rock, pasando por varios burguers, el mejicano y el anunciado de comida india. La mayoría en esa plaza predispuesta a otra peatonalización interruptus. Es más, tras el cierre de la botiga de la Unió de Llauradors de la calle Sant Vicent, nuestros ilustres visitantes canadienses no encontrarán ningún destello hortofrutícola autóctono ni en la plaza de la Reina, ni mucho menos en la de Mare de Déu, ni en Serrans. Solo algo parecido a la añorada Casa Barrachina despunta al lado del Rialto, el reclamo es el jamón y unos horarios que permiten aún comerse un bocata después de una sesión de cine o teatro, antes de correr al escaso bus nocturno.

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