Según parece Catalá nos salvará de los catalanes. Me refiero a la candidata a la alcaldía de València por el PP, María José Catalá: así fue proclamado en el Auditorio Rojo de l’Oceanogràfic, lo único rojo que se vio en ocasión tan significada. Sí, Català nos salvará del catalanismo: se confirma que las tasas más altas de divorcio se dan entre los pares de calcetines, que comparten color, diseño y emblema, pero siempre se desenparejan solos.
Hay días que parecen diseñados por aquel animal de la noche y la tele que respondía al nombre de Pocholo. Abro el Levante-EMV y me encuentro a los líderes del PP convertidos en Agrupación Citrícola Justiciable y a Isabel Bonig y Pablo Casado, líderes de lo suyo, de porteadores de una caja de naranjas. Se nota que están en la oposición que tienen que sacarse un sobresueldo como collidors. Espero que consigan mejores precios que quienes les precedieron en el uso de la palabra, digo de la naranja.
La naranja tiene más éxito como emblema político y color de Inés morritos Arrimadas que como objeto de comercio y eso a pesar de ser rica en vitamina C y azúcares de asimilación rápida y de contribuir grandemente a la regularidad que es el eufemismo que nos sirve igual para referirnos a las deposiciones, que al ciclismo y la Liga Nacional de Fútbol.
En fin, que un poco mareado por la cantidad de amenazas que vienen del norte y que pretenden extraernos por la yugular toda nuestra singularidad valenciana y en particular la dolça i melifua llengua que los denunciantes no usan ni los domingos, confuso y falto de acierto cual hombre en punta del Valencia CF, corro a ver la lista de premios del sorteo de ayer y compruebo que no me ha tocado: se nota que no soy Carlos Fabra.
El candidato por Alicante, Luis Barcala dijo que Escola Valenciana es de extrema izquierda: a ver, señor Barcala, ¿no se habrá alejado usted tanto, en sentido opuesto, que ve enanitos en la selección nacional de básquet? Emotivo, muy emotivo: se nota que entraron en éxtasis. Si encuentran una idea, avísenme.
