Hay declaraciones al nivel de los grandes decisores de una economía que pueden provocar cambios importantes en la percepción que tenemos del entorno. Pero no basta con buenas intenciones para que cambie el rumbo hacia una sociedad más justa. Ahora la Comunitat Valenciana tiene la mejor oportunidad de los último 15 años para convertir las palabras en hechos y, juntos, sumar para consolidar la senda que inició hace cuatro años el Consell de Ximo Puig.

El Gobierno estatal ha cumplido su palabra con la Comunitat Valenciana. Los presupuestos del presidente Sánchez incorporan una inversión en la Comunitat acorde con su peso poblacional. Esto es, la ciudadanía valenciana por primera vez en quince años tendrá la inversión que le corresponde. Una decisión política, que responde a un mandato estatutario que el anterior Gobierno incumplió año tras año. El gobierno de Sánchez dará respuesta a dos grandes reivindicaciones históricas de esta comunidad: asumirá la deuda del Consorcio Valencia 2007, e invertirá 10 millones en el transporte metropolitano de València, que se ha comprometido a incrementar vía enmiendas hasta los 38 millones de euros demandados por el Consell.

Si estos presupuestos salen adelante, este Consell dispondrá de un 61% más de fondos que en 2018 para destinar a políticas sociales y económicas. Tumbar los presupuestos del Estado supone mucho más que bloquear el gobierno de Pedro Sánchez. Si se aprueban las cuentas, 890.578 valencianos se verán beneficiados por la revalorización de las pensiones. Más de 740.000 pensionistas no tendrán que pagar por sus medicamentos. El incremento del permiso de paternidad beneficiará a 18.373 personas en la Comunitat. Más de 15.000 valencianos mayores de 52 años, que quieren trabajar y no pueden, recuperarán el subsidio por desempleo.

Si la derecha no se opone, aumentará un 59% la dotación de la dependencia, y las becas del estudio serán las más altas de la historia, para que nadie renuncie a sus estudios por no poder pagárselos.

No es un asunto baladí. Si PP y Ciudadanos votan en contra de estos presupuestos, perderemos la mejor oportunidad que hemos tenido en 15 años para mejorar la vida de los valencianos y valencianas. La subida del SMI ha venido acompañada de unas cuentas que blindan el Estado de Bienestar. Este 2019 ha comenzado con una inyección de oxígeno a todas aquellas personas que se acostumbraron a escuchar que habían vivido por encima de sus posibilidades. Frente al auge de la derecha más radical, retrógrada y sectaria de la democracia, tenemos la posibilidad de convivir en 2019 con los presupuestos más sociales de la historia a nivel estatal y autonómico.

Si estas cuentas salen adelante, tendremos razones para mantener el optimismo que se respira en la Comunitat Valenciana. Un optimismo individual y colectivo, fruto de la recuperación del contrato social que la derecha rompió con unas políticas asfixiantes, que lastraron los proyectos de vida de las clases trabajadoras durante los últimos años.

La clase trabajadora no es el problema, sino la solución a cualquier previsión de desaceleración económica. Con estos presupuestos tenemos las herramientas necesarias para avanzar con paso decidido hacia un futuro prometedor, en el que hablemos de más y mejores empleos, de igualdad, de conocimiento, de sostenibilidad, de la conquista de nuevos derechos y libertades.

Después de 7 años de recortes austericidas, promesas incumplidas y políticas sociales low cost, el Proyecto de Presupuestos de Pedro Sánchez camina por la misma senda que inició este Consell hace 4 años. La propuesta: una política económica que pone el acento en la atención a los más vulnerables, unas inversiones acordes al peso de la Comunitat para dar el impulso definitivo al cambio de nuestro modelo económico, y un compromiso firme para acabar por fin con el lastre de la infrafinanciación de nuestra Comunitat.

Progreso, redistribución y convivencia como antídoto a la crispación, la intolerancia y el odio.

Los derechos no dependen del poder adquisitivo. Los derechos no dependen del ciclo económico. Los derechos no dependen del sexo, la edad o el lugar en el que vivas. Ese es el mensaje que nos traen los presupuestos de un Gobierno, que ha pasado de las razones, a los hechos.