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¿Incredulidad autonómica de Pedro Sánchez?

Se entiende por incredulidad la reserva que tiene una persona para creer algo que no está demostrado, aunque esté aceptado o consensuado por la mayoría. Las Comunidades Autónomas (CCAA) no van ni deben desaparecer, pero si necesitan despertar a la realidad del binomio competencias-financiación que empeora nuestra convivencia. La vigencia y el aprecio ciudadano a la organización en CCAA depende de una fiscalidad coherente que, si sigue sin darse, seguirá alimentando tanto el populismo de la extrema derecha, como el independentismo de los partidos nacionalistas. Sanchez y una buena parte de los socialistas dan la impresión de no estar plenamente convencidos del actual funcionamiento de la España de las CCAA y en este sentido en estos ocho meses nada han avanzado, ni propuesto sobre el tema de la financiación. ¡Por sus hechos los conoceréis!

Aun compartiendo la incredulidad de Sanchez en las CCAA actuales, su ambigüedad y la del PSOE empieza a ser inaceptable. Si el fracaso actual del Pacto de Toledo sobre el futuro de las pensiones es una noticia pésima, la carencia de un modelo de finaciación aceptado por todos los españoles es un riesgo de colapso del Estado. El modelo vigente es objeto de una constante petición de reforma, más o menos dramatizada, por parte de los representantes regionales, sin embargo ninguno de ellos osa, ni siquiera, hablar de devolución de algunas competencias. Prefieren gobernar desde el conflicto que cambiar el marco actual.

Por parte del actual gobierno central observamos la misma falta de iniciativa e ideas (dejando aparte las litúrgicas reuniones de expertos) mostrada por Rajoy. El PSOE de Sánchez, con presupuesto o sin él, ha sido contundente a la hora de mejorar prestaciones o parámetros que dependen directamente de él (pensiones, salario mínimo, ayuda por hijos, cobertura de desempleo, etc.) mientras que los mecanismos financieros que cubren otras necesidades muy básicas, gestionadas a través de las CCAA (sanidad, educación, ayudas sociales, etc.) están quedando a expensas de una mejora de la situación económica que ahora ya sabemos no se va a dar (el último aviso es del Banco Central Europeo, tras los de la OCDE, el FMI o la Comisión Europea). Si como parece vamos hacia una parada económica, con las consiguientes caídas en la recaudación de IRPF, IVA, etc., algunas CCAA mostraran de nuevo sus miserias, ahora sin ninguna posibilidad de recurrir a los mercados de deuda, mientras que soluciones de emergencia como el FLA deben extinguirse.

Basten dos notas de la actualidad:

- Ante la falta de unos nuevos Presupuestos y con ellos las cifras a adelantar a las CCAA, estamos en la vía decreto para adaptarlos a las nuevas previsiones de recaudación tributaria. Los cálculos indican que serían unos 7.000 millones de euros frente a los 9.000 previstos en las cuentas de 2019, que incluían más recaudación por la reforma fiscal.

-En la misma sesión del pleno del Consell que decidió el adelanto electoral, se dieron a conocer las primeras cifras sobre la liquidación del presupuesto de la Generalitat de 2018, sin incluir organismos autónomos ni entidades del sector público, ni las operaciones pendientes de aplicar al presupuesto. El resultado avanzado habla de unos números rojos de 2.187 millones de euros que superan los 1.975 millones de 2017. A nadie puede extrañar las magnitudes negativas de estas liquidaciones, cuando el Consell presenta un año así y otro también unos presupuestos más litúrgicos que rigurosos al incluir unos 1.300 millones a cuenta de un nuevo modelo de finaciación que nunca aparece y que incluso en el caso que lo hiciera, nadie garantiza que estas cantidades vayan a aparecer de forma taumatúrgica.

A estas alturas parece claro que Sánchez, al igual que Rajoy, Rivera o Iglesias, no tienen ningún plan en la cabeza. La insistencia en referirme a Sánchez, se debe no tanto a su actual condición de Presidente, como al ancho camino que para el 28 de Abril le están dejando a ambos lados las alocadas oposiciones de PP, Ciudadanos o Podemos. Se entenderá que los nacionalistas estén fuera de esta relación, ya que ellos si saben que plantear.

Entre el conjunto de razones que pueden (o deberían) explicar el adelanto de nuestras elecciones autonómicas para coincidir con las estatales, está (o debería estar) la posibilidad de afrontar la financiación autonómica desde los dos lados: centro y periferia. Es decir hacerlo con un verdadero sentido de Estado teniendo en cuenta las experiencias y problemas que hemos vivido y que cada día son más evidentes. La finaciación de las actuales CCAA ha derivado en una crisis muy sensible para nuestro futuro democrático, un riesgo que no solo es debido a los planteamientos nacional-independentistas que existen principalmente en Cataluña y Euskadi.

En sus programas electorales Sánchez y Puig tienen una ocasión democrática, casi única para encarar el tema de la financiación analizando sus dificultades actuales desde una misma fuerza política, vistas desde candidaturas al gobierno del Estado y de nuestra Comunitat. Nada ha expresado en este sentido el President Puig al justificar la simultaneidad de ambas convocatorias. Sin embargo la realidad es tozuda y el balance actual de su cruzada en favor de un nuevo modelo se ha liquidado con un fracaso desalentador, tanto en los tiempos de Rajoy/Montoro, como en los de Sánchez/Montero.

La simultaneidad de programas para afrontar ambas elecciones es una ocasión de oro para que en el ámbito de una misma formación política aparezcan propuestas creíbles para la resolución de un contencioso ya muy enmarañado. En el caso, desgraciadamente no improbable, que desde Madrid y desde València se pase de puntillas sobre este tema, el partido hegemónico de la izquierda va a perder mucha de la autoridad moral que ha intentado crearse a la hora de asegurar la actual organización territorial del Estado.

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