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Teresa Domínguez

Con duende

Teresa Domínguez

Ganamos las mujeres

A tres semanas del 28A, el CIS -de los funcionarios que lo componen, y no de su director de turno, por mucho que se emperren quienes quisieron convertir al actual en diana de sus burlas y ahora han tenido que tragarse el 'Tezanos tenía toda la razón'- daba un dato que a los candidatos no les pasó inadvertido: el 60 % del nutrido grupo de indecisos lo integraban mujeres. Ha terminado siendo un dato fundamental para entender lo que salió el domingo de las urnas. Pero los gurús pensaban en masculino y no supieron verlo.

Ellas, dicen los sondeos, prefieren las opciones menos radicales, lo cual explicaría la caída de Podemos -con su remontada parcial (precisamente después del debate en que Pablo Iglesias destacó por su sosiego y moderación)-, el que Vox no haya llegado (ni se ha acercado) a sus pretensiones de catástrofe marina o que el PP se haya estampado del todo tras su (equivocada) vuelta de tuerca hacia las huestes parapatrióticas de Abascal. Así, el voto femenino progresista decidido en el último minuto se ha ido al PSOE de Carmen Calvo (más que al de Pedro Sánchez), y el conservador, ese al que aún le asusta el término feminismo porque ha caído en la trampa de quienes lo pervierten tildándolo de lucha entre géneros, ha optado por el mensaje 'liberal' de Inés Arrimadas (más que por el de Rivera, el inquieto).

Pero, sobre todo, no se ha quedado en el sofá. Lección de democracia y de apuesta por el futuro, porque significa que el 'no pasarán' y el 'ni un paso atrás' que han frenado los vómitos proviolencia machista proyectados por Vox no ha sido, no es, de hecho, patrimonio de la izquierda, pronunciada así, en genérico, como proclaman los análisis hechos, una vez más, desde la perspectiva habitual, o sea, la masculina.

Así que el freno a las bestias ha tenido mucho de mujer. De mujeres. Las mismas que bajo ningún concepto han aceptado quedarse en la cueva en la que matarían (sí, sin duda lo harían) por tenerlas encerradas los que salpicaron el día a día con esos vómitos voxeros infestados de mentiras. Pero a las que también ha empujado, de nuevo, a la calle ese esputo salido de la boca de Cayetana Álvarez de Toledo (con su justo pago en las urnas; ¿habrá captado ya el significado de sí es sí y no es no?) o la flatulencia de amenazar con recuperar aquel aborto de 1985. En un mes, nos volvemos a ver la caras en las urnas, pero no tengo claro que los sordos de mente hayan escuchado algo.

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