He aquí una lectura urgente de los resultados electorales del 28A en tres apuntes:
1) Pedro Sánchez está bendito. El presidente del Gobierno en funciones fue descabalgado por sus correligionarios, muerto a cuchillo e incinerado. Conducidas sus cenizas por un puñado de fieles a las catacumbas, resurgió tras una sorprendente transmutación en ave del paraíso. Tras cosechar los peores resultados del PSOE en décadas, se benefició de la conjunción astral que alineó los astros contra Rajoy en una inesperada moción de censura. Gobernó sin Presupuesto, en parihuelas y con muchos barones vaticinando el batacazo. Y aun así sale vencedor holgado de unos comicios plagados de minas.
2) El mensaje del miedo hizo carrera. El temor movilizó al electorado en un porcentaje sorprendente, pero en una sola dirección. El miedo a la "derechona" más rancia, azuzado desde las fontanerías del socialismo, tuvo mayor recorrido que el espanto por el riesgo de ruptura de España por el chamarileo de los socialistas con los partidarios de la secesión, aireado al unísono por Casado, Rivera y Abascal. Por lo que se vio ayer, en la sociedad española provoca mayor desasosiego el advenimiento de una derecha trina que la posibilidad de la disgregación territorial.
3) Zozobra en el PP, también en Gijón. La bancada popular queda muy menguada tras el varapalo de ayer, en un nuevo escenario donde no ha acertado a situarse. Puede que Casado empiece a sentir en el cogote el viento frío de la contestación. Los resultados del PP en Asturias no invitan al optimismo para finales de mayo. Mucho menos en Gijón, superado por Ciudadanos y con Vox llamando a la puerta de la decepción de una militancia sumida en el desencanto.
