Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Teresa Domínguez

Con duende

Teresa Domínguez

Terrorismo machista: el goteo que nos mata

Ayer fue el día. Casi esperado, diría yo, a juzgar por la tenacidad con que los medios de comunicación nos hemos empecinado en mostrar la habilidad agendística y la brillantez aritmética de saber contar hasta mil. Tanta habilidad matemática para anunciar que ya, por fin, hemos alcanzado el milésimo asesinato machista, casi como si de la cuenta de resultados de una empresa puntera se tratase. Y la macabra pedrea, cómo no, ha recaído en la Comunitat Valenciana. La cifra encierra la escalofriante ratio de un asesinato machista en España cada seis días. Sí, han leído bien: cada seis días. Evidencia una realidad que algunos se obstinan en banalizar, y hasta ridiculizar, y que justifica sobradamente el calificativo de terrorismo machista que tan bien describe esa solución final genocida de quienes no aceptan la igualdad como punto de partida. El goteo que no cesa empezó a ser visibilizado el 1 de enero de 2003. Todavía hubo que esperar casi dos años, hasta diciembre de 2004, para contar una ley integral hoy discutida y pisoteada por la ultraderecha de Vox, esa misma en la que se pretenden sostener algunos (demasiado) gobiernos locales y autonómicos del Partido Popular, el mismo Partido Popular que, ¡oh, paradojas de la política!, votó a favor de su aprobación en ambas cámaras. Esas mil mujeres asesinadas (y me estoy dejando aquí fuera a las decenas de miles de supervivientes que por fortuna no hemos tenido que enterrar en estos dieciséis años y medio, pero que cada año siguen engrosando las estadísticas de la violencia de género) deben hacernos gritar un basta de verdad, como el que inundó las calles contra otras formas de terrorismo. Debe implicarnos a todos porque a todos deshumaniza y avergüenza (o debería) convivir y compartir ADN con presuntos congéneres que, como en el caso de Beatriz Arroyo, la última de nuestras mujeres asesinadas, hacen pagar con la vida la osadía de romper el yugo, de proclamar su derecho a la libertad. Es cierto que hoy estamos mejor que en aquel 2003, que hemos pasado de 73 asesinadas aquel año a 47 en 2018, pero no lo es menos que sólo cuando dejemos de educar, hablar, exigir y tratar de manera distinta a nuestros niños y niñas estaremos, de verdad, en el buen camino para convertir en pasado la lacra del machismo.

Compartir el artículo

stats