Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

En voz alta

Con la vertebración no se juega

No nos engañemos. Los valencianos tenemos muchos valores pero el de la defensa de la vertebración de nuestra tierra no es precisamente uno de los más destacados. A pesar de notables avances, los recelos en muchos puntos de nuestra Comunitat hacia el centralismo de València y el sentimiento de agravio ha permanecido más o menos latentes en las últimas décadas.

Caso destacado es el que han ido alentando algunos desde la provincia de Alicante y especialmente desde su capital aprovechando, todo sea dicho, algunos excesos y gestos de superioridad del cap i casal. En sentido contrario hay que destacar actitudes que buscan el justo reconocimiento a los alicantinos como los que llegan desde el mundo empresarial protagonizados por el presidente de la CEV, Salvador Navarro, o desde la política con la firma del renovado acuerdo del Consell en el Castillo de Santa Bárbara, la elección de 5 consellers de la provincia -los mismos que de la de València- o situar a la nueva consellería de Innovación, Universidades, Ciencia y Sociedad digital en Alicante, algo por cierto que no sé si ha sido suficientemente meditado porque además de problemas logísticos, organizativos y económicos abre la posibilidad de futuras peticiones desde Elche, Castelló o las Comarcas Centrales, entre otras.

Por todo esto me ha preocupado mucho escuchar a Toni Cantó asegurar que «es indispensable que desde Alicante se haga una labor de contrapeso a las políticas del Consell» después de haber cerrado con el PP los pactos para el Ayuntamiento y Diputación alicantinas. El líder de Ciudadanos parece olvidar que las instituciones están para defender los intereses de los ciudadanos de sus respectivos territorios y no para responder simplemente a intereses partidistas. Por supuesto, están en su derecho de marcar las políticas que consideren oportunas allá donde gobiernen pero no de fomentar la confrontación y menos la desvertebración de la Comunitat, algo especialmente peligroso para la convivencia y el respeto a la configuración de nuestro Estado a través de las autonomías.

Del mismo modo, al otro lado, allá donde se han cerrado acuerdos de izquierdas y especialmente en el Consell, deben tenerlo igual de claro. Respeto a sus ideas, programas y compromisos pero por encima de todo eso la máxima de gobernar para todos, sin sectarismo evitando marginaciones y los denominados cordones sanitarios.

En otro orden de cosas, pero no menos importante, otro de los grandes peligros para afrontar la nueva legislatura es la relación entre los socios de la segunda parte del Botànic o por continuar con el tema anterior la desvertebración de los mismos. Puig no puede olvidar que no ha obtenido la mayoría absoluta y que tiene la obligación de buscar continuamente el acuerdo con sus socios pero Oltra y Dalmau no pueden jugar a ser gobierno y oposición al mismo tiempo. Si esa relación entre líderes y partidos no es leal y el mestizaje no sirve para unir sino para enfrentarse, podríamos vernos abocados a una inestabilidad que llevada al extremo hiciera peligrar al Consell y nos abocara a nuevas elecciones. Esperemos que por responsabilidad con la ciudadanía y porque no decirlo por dejarnos descansar a todos, la sangre no llegue al río.

Por cierto, me cuenta una amiga que tras resolver la famosa santísima trinidad botánica del qué, cómo y quién, la tarde-noche del domingo fue especialmente tensa para definir el nombre de algunas consellerías y no solo era cuestión de letra sino de fondo.

Compartir el artículo

stats