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Soledad para todos

Si en el siglo pasado hubiéramos conocido la existencia de un Ministerio de la Soledad, nos hubiera parecido una medida política fantástica propia de películas de ciencia ficción. Cuando en enero de 2018 la entonces primera ministra británica Theresa May creaba ese ministerio pretendía abordar el grave problema de su país del que ya había alertado la Organización Mundial de la salud ( OMS), en un informe del año anterior, que reflejaba que aproximadamente nueve millones de británicos se sentían solos. No son, los británicos, los únicos ciudadanos que se sienten solos y sufren los efectos del significativo cambio estructural de nuestro modelo social. La soledad no deseada se ha conformado como uno de los problemas de mayor calado que tenemos en la actualidad en nuestra sociedad y con consecuencias nefastas.

Es espeluznante escuchar, y cada vez es más frecuente, noticias de personas que son halladas muertas en sus casas meses e incluso años después de su fallecimiento sin que nadie las haya echado de menos. Si para mantener nuestro estilo de vida cada vez trabajamos más, tenemos menos tiempo para dedicarnos a nuestros familiares o a las personas allegadas, si a esto unimos los nuevos modelos familiares, el envejecimiento y, además, nos comunicamos por medios que no requieren presencia ni proximidad física, todos somos candidatos a estar solos y a sentirnos solos. Aunque el problema de la soledad afecta porcentualmente más a las personas mayores y, de éstas, a las mujeres, los últimos datos revelan que cada vez más los jóvenes lo padecen. Luego, no hay que despistarse porque el impacto de la soledad es brutal en la salud física y en la mental.

Como el problema, según los informes de la OMS de los últimos años, iba in crescendo, era ineludible abordarlo. La Comisión Europea a través del programa Healthy Lonliness ha analizado los resultados de la encuesta social europea que recoge los datos desde el año 2010 sobre la soledad de los ciudadanos de 24 países miembros. El resultado nos presenta un panorama preocupante, tal y como se preveía. En València, hace unos días conocíamos lo que se ha denominado la «radiografia de la soledad», se trata un estudio que nos ofrece los datos sobre las características de las personas que en nuestra ciudad viven en situación de soledad, y las causas. Ha sido elaborado por la Universidad Politécnica de València través del Grupo Sabien del Instituto Itaca y Las Naves.

Indudablemente conocer los datos supone un avance como es igualmente beneficiosa la creación de entidades y el establecimiento de programas que visibilizan este problema pero de lo que se trata es de solucionarlo. Para ello, y según apuntan los expertos, debe actuarse desde diferentes ámbitos, el sanitario y el asistencial en primer lugar, pero es igual de importante el cívico y social. En este sentido habría que hacer especial hincapié en la importancia de reforzar el tejido asociativo, los centros sociales y los espacios culturales de encuentro, en definitiva volver a conectarnos de forma directa.

Estamos siendo testigos de las consecuencias de la soledad no deseada, pero cuando la soledad es elegida tiene una función positiva en nuestro desarrollo personal. Me viene a la memoria el libro Las Palabras Rotas de Luis García Montero, escritor y actual Director del Instituto Cervantes, en el que nos habla de que «La buena soledad es tan importante como la buena compañía». Pues eso.

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