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A vuelapluma

Alfons Garcia

Es mejor que te abandonen

La frase final del último artículo de Juan José Millás en estas páginas es de las que te corta la digestión, esa amenaza mortal que antes recaía sobre todos los niños y que debe de haber desaparecido del listado de preocupaciones maternofiliales porque ya no se escucha. Es preferible que te abandonen a que te abandones, decía Millás a cuenta de una presunta pareja de vecinos. Lo decía por lo bien que le fue a la mujer (abandonada) tras el trance y lo mal que estaba años después el señor, que se abandonó. En definitiva, que las cosas no son siempre lo que parecen y que la paradoja es una experiencia vital antes que literaria. Uno, que empieza a soñar con políticos (y políticas, y que nadie piense mal, pardiez), trasladó la situación a la extraña familia europea. La traducción fácil es pensar que la Gran Bretaña se va a abandonar ahora que va de cabeza, Boris Johnson mediante, a apartarse a las bravas de la Unión Europea. La cosa pinta tan mal que hasta Jeremy Corbyn ha tirado las encuestas a la papelera y ha abogado por un segundo referéndum en el que, ahora sí, defenderá la permanencia. Por fin, aunque me temo que no valdrá el dicho de que nunca es tarde si la dicha es buena.

Si la máxima Millás sirviera para la UE, al proyecto europeo le debería venir bien el abandono británico. Realmente, podría salir fortalecido si se mantiene firme en sus creencias. El problema es que Europa no para de abandonarse cuando, al final, se vote lo que se vote en unas elecciones, es el espacio donde se acaba haciendo lo que Alemania y Francia pactan. Mientras los estados miembro acuerden a su antojo la comisión europea sin que exista una votación directa de los europeos para elegir a sus jefes, el proyecto seguirá deteriorándose. Los partidos del gobierno valenciano acaban de comprobar que la gente lleva mal cuando huele que los poderosos dedican mucho tiempo y esfuerzos a algo que se parece demasiado a repartirse el pastel público. No es seguro que la desafección (creciente) al matrimonio europeo de conveniencia vaya a revertirse con cambios, pero lo que sí parece seguro es que la cosa no va a ir a mejor haciendo lo mismo que nos ha traído hasta aquí, pasteleando sillones entre los grandes países y los grandes partidos, populares y socialistas, a los que hay que unir ya a los liberales (ALDE) de Macron y Rivera (si no expulsan a Cs por sus flirteos con la extrema derecha). Al final, quienes decidieron la política europea de la austeridad por encima de los derechos del bienestar van a seguir mandando con coste cero a pesar de que muchos cuestionan hoy unas medidas que se han llevado por delante a unos cuantos gobiernos locales. El último, el de Tsipras.

Ximo Puig se marcha hoy a Bruselas, dando fe de un europeísmo que contrasta con el pasado reciente, cuando quitábamos la bandera de las estrellas de las instituciones (poco gesto mayor de desafección se me ocurre). Valencianos (y españoles en general) siempre acudimos a la UE a pedir que no nos abandone. Que nos tenga en cuenta en este corredor o en aquel acuerdo comercial (Mercosur, en esta ocasión). Alguna vez tendremos que ir a recordar a Europa que no se abandone.

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