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Yo sí he ido a Irán

Yo sí he ido a Irán. Yo sí he vivido esa sensación extraña de cubrirme la cabeza al aterrizar en Teherán, mientras mis compañeros de viaje me miraban avergonzados. Yo sí he tenido que atravesar la aduana por un pasillo solo para mujeres. Yo sí he soportado 38 grados con la cabeza cubierta y manga larga. Yo sí he tenido que rectificar al intentar saludar dando la mano a un hombre y que se limitase a inclinar la cabeza. Yo sí he visto a Rafa decirme más de diez veces que se me había resbalado el pañuelo y otras tantas disculparse por tener que recordármelo.

Yo sí he ido a Irán. Pero yo no he sido valiente. Valiente ha sido Miquel, poniéndose una camiseta a favor de los derechos del colectivo LGTBI en medio de la calle hasta en tres ocasiones mientras le hacía una foto. Valiente es Marina, periodista que lleva casi tres años viviendo en Teherán para contar lo que pasa en ese país. Y valientes son los directivos, técnicos y técnicas del MARQ que han tenido que encarar, después de dos años de duras negociaciones diplomáticas, cómo el escote de la reina Isabel II daba la vuelta al mundo mientras el hecho de que el centro alicantino haya entrado en la historia al ser el primer museo español que muestra sus fondos en Irán no haya dado tan siquiera la vuelta a España.

Pero, sobre todo, valiente es el pueblo iraní. Allí me he encontrado a gente amable, acogedora, generosa y divertida en un contexto menos amable, acogedor, generoso y divertido. Y allí he entendido más que nunca cómo la cultura hermana a las personas y cómo dos países muy distintos pueden encontrar el puente que les una, al margen de la política. Sí, es posible. Ir a Irán no significa reconocer una situación, significa conocerla. Y solo desde el conocimiento se pueden cambiar las cosas. De momento, el MARQ ya lo ha hecho.

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