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La fuerza de Greta

A Greta Thunberg la bajan a los infiernos. La niña sueca ha pasado del cielo al purgatorio en apenas unas horas. Las que necesitaron los hombres más poderosos del planeta para reaccionar a sus duras críticas ante la ONU por la indiferencia del poder político y económico hacia la emergencia climática que vivimos. Los Trump, Macron, Erdogan y Jinping de turno quieren desacreditar a la activista medioambiental por su desafiante e intensa expresión verbal -propia de una adolescente de 16 años-; porque es diferente -tiene Asperger-; porque no está en el instituto -se ha tomado un año sabático para defender sus ideas- y, sobre todo, porque pese a su corta edad es evidente que se trata de una líder en ciernes, si no la quiebra el sistema. Greta Thunberg tiene el mérito de haber sacudido la conciencia de los jóvenes de su generación, y la de los que no somos tan jóvenes, para perseguir algo tan loable como son medidas para que el planeta no se nos vaya al garete a lo largo de este siglo. Le pese a quien le pese, ya no cabe hablar de cambio climático. Es un concepto de mediados del siglo pasado. El planeta, ahora, está ya en situación de crisis climática, se aplique el cinismo político que se quiera en este asunto. Me avergüenza que adultos y líderes políticos mundiales, Macron sorprendentemente entre ellos, se dediquen a amedrentar y atacar a una niña sobre la que los palmeros del presidente norteamericano llegan a la bajeza de afirmar que es fea y que solo busca dinero. La persecución que sufre Greta Thunberg me retrotrae a la de la princesa Leia en La Guerra de las Galaxias. Ambas, una en el mundo real y la otra en la ficción, luchan por salvar su planeta. Ambas son perseguidas por el Imperio. Ojalá la adolescente sueca se mantenga contra el viento y marea de los improperios que le lanzan. Hoy, los jóvenes, en todo el mundo, saldrán a la calle para reivindicar que hagamos un mundo mejor. A los jedi no cabe más que desearles: que la fuerza os acompañe.

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