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Los preliminares

Infravalorar los preliminares es un error. Tengo amigos que dicen que disfrutan más preparando un viaje que haciéndolo. Mirar las guías, diseñar las rutas, seleccionar lo que te llevas en el neceser, elegir restaurantes o escoger la ropa. En su opinión, exprimir esos momentos les permite viajar dos veces. Un dos por uno, mira tú qué bien. Ir a ver una buena obra de teatro o a escuchar un concierto requiere de una preparación. Vestirse, perfumarse y acicalarse para la ocasión. El arte bien merece ese esfuerzo. Igual que preparar una cena. Se puede cocinar un buen arroz, pero si la mesa está bien montada y la iluminación es la adecuada, el arrocito se convierte en un pedazo arroz. Ir a comprar una libreta es un buen preámbulo. Siempre. No sé muy bien de qué, pero de algo, seguro. Cada vez que estreno una, pienso que algo en mi vida va a cambiar y que siempre será para bien. Que, de repente, las cuentas cuadrarán, las tareas fluirán o que escribiré algo epatante. Los preliminares, básicamente, sirven para alimentar la ilusión.

Tengo una amiga que es una defensora a ultranza del sexo y las relaciones esporádicas. En su opinión, en cuanto su pareja se acomoda y la confianza le gana terreno a las incertidumbres inherentes a cualquier proceso de seducción, se pierde todo: la chicha, el misterio, la gracia y, por tanto, el interés. Ella defiende que hay que besar y tocar siempre como si fuera la primera vez, cuando tienes todo un mundo por descubrir y te pierdes curioseando e indagando. En el momento en que su amante se salta los preliminares y va directo al grano, la ilusión se desvanece y ella hace mutis por el foro. El otro día, mientras me contaba su última aventura con alguien que iba demasiado rápido, no pude evitar pensar en los políticos. Y no es porque me resulten sexis, que va a ser que no, sino porque, mientras el último amante de mi amiga se ha cargado la relación por ir a toda pastilla, los políticos se han cargado la nuestra por sus devaneos y porque no han estado a la altura. No todos los preliminares alimentan la ilusión, algunos, por cansancio, la desvanecen. Una lástima.

Los ciudadanos, aquellos a los que ustedes deberían seducir, estamos sin presupuestos. Vivimos pendientes de ustedes para cuadrar las cuentas autonómicas y, con ellas, mejorar el bienestar y el futuro de muchos. No sabemos qué política laboral o social regirá durante los próximos años. Hay trabajadores que les necesitan, mayores desamparados y empresarios que precisan de su apoyo. Necesitamos un rumbo económico y queremos saber cómo van a gestionar la incómoda, por decir algo, situación en Cataluña. Urge que se pongan manos a la obra para paliar las consecuencias del cambio climático, que propongan medidas transversales para las personas paradas de larga duración y que aporten su grano de arena para minimizar las consecuencias de no poder acceder a una vivienda. Ustedes y nosotros ya tuvimos una cita, ¿recuerdan? Fue interesante, un reto. Para que la cosa cuajara se requería inteligencia, estrategia, generosidad y respeto. Pero, no. Exprimieron y gestionaron tan mal los preliminares que nos han acabado aburriendo y, por si no lo saben, el tedio puede acabar con casi cualquier relación.

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