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Los pantalones rotos son más caros que los enteros. Hay bicicletas que cuestan como un coche. El concurso de paellas lo gana un restaurante de Teruel. Y hay vinos muy buenos de Nueva Zelanda. La adaptación al consumo es muy rápida y se asume esa normalidad como esponjas, pero que nadie toque las esencias, todas sobrevaloradas. Durante los idus de octubre sube el volumen identitario. Mientras unos jalean el legado de un monarca medieval, otros aprovechan el día de la raza para reivindicar la capitanía militar para una virgen y revivir la proeza de la conquista de América. Hay tradicionalistas en el amplio espectro político. Progresistas defendiendo barracas, involucionistas contra una lengua que nunca hablan, sindicalistas que son portavoces de empresas y proxenetas que no se pierden una procesión. En nombre de la tradición se sigue justificando la contradicción. La sociedad valenciana no se parece en nada, afortunadamente, a la corte belicosa y misógina de Jaume I; y los marineros que sobrevivieron a la travesía atlántica se liberaron en las selvas tropicales. Muchos xenófobos contratan migrantes para cuidar a sus mayores y la mayoría de los autodenominados defensores de la huerta nunca se ha levantado con el alba para «acaxar el llom». Cuando el postureo se asocia a la tradición estamos jodidos. Porque hubo costumbres deleznables que gozaron con el beneplácito del poder muchos años, como la quema de mujeres acusadas de adulteras, o la captura y tráfico de esclavos. O sin ir tan lejos, la obligación de algunos preceptos eclesiales, como la mantilla femenina en la cabeza durante la misa, un claro síntoma de sumisión por el que se revelaron nuestras madres, pero resulta que ahora algunas de sus hijas supuestamente progresistas defiende que las jóvenes islámicas llevan el hiyab en Europa como símbolo de tradición y respeto. Pues eso, los dirigentes que mantienen a sus gobernados bajo una épica con fotos fijas de un pasado discutido están destinados a la absoluta insignificancia cuando se esfuma el ardor guerrero. El mundo se abre, las mentes se cierran.

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