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En voz alta

Elecciones Generales sin Autonómicas

A pesar de las encuestas y el debate de anoche, les confieso que no tengo nada claro el pronóstico y esta vez he optado por la postura conservadora de no apostar ningún almuerzo ni aceptar porra electoral alguna. Y es que tan lógica parece la teoría de los que creen que todo quedará igual porque solo han pasado 6 meses desde la última cita con las urnas y no hay motivo para cambiar el voto como la de los que creen que además de temas como el conflicto de Catalunya o la exhumación de Franco, la gestión del resultado de abril merece apostar por otro partido o incluso abstenerse.

Así las cosas, el panorama en nuestra Comunitat no difiere demasiado del resto de España aunque seguro pesará la valoración que cada uno haga de la gestión de gobiernos u oposición en Generalitat, diputaciones y ayuntamientos. Sin embargo, si hay un factor diferencial que puede provocar algún cambio notable en el voto y es que, a diferencia de las últimas Generales, éstas no coincidirán con Autonómicas. Compromís acusó al President Puig de adelantar la elección de diputados a Corts en beneficio propio y de paso perjudicar sus expectativas en ambos comicios. La formación valencianista vio reducida su representación en el Congreso al único escaño de Joan Baldoví, perdiendo 3 con respecto a los anteriores comicios y situándose como sexta fuerza política en nuestra Comunitat. También es cierto que en esa ocasión apostaron por presentarse en solitario en lugar de repetir su pacto con Podemos. Ahora, optan por una tercera opción, la de aliarse con el nuevo partido de Iñigo Errejón. La noche del próximo domingo sabremos si han acertado y, sobre todo, si su escaño o escaños pueden ser influyentes a la hora de intentar conformar un nuevo gobierno.

Ese resultado electoral y las posibles alianzas lo que si marcarán a buen seguro será una parte importante de la relación entre los tres socios de la segunda edición del Botànic que están viviendo meses de alta tensión y no solo por el ambiente electoral. No obstante, pasado el 10-N y con casi tres años y medio de legislatura autonómica por delante quiero pensar que intentarán cerrar filas, eso sí más por interés que por convicción y es que el poder une mucho y la posibilidad de perderlo cicatriza las heridas a velocidad de vértigo. Aunque las circunstancias, problemáticas y protagonistas sean muy diferentes, me viene a la cabeza una frase con la que sentenció un veterano socialista cuando en 1991 pronosticó que las primeras disputas lingüísticas en el ámbito municipal entre el PP de Rita Barberá y la Unión Valenciana de Vicente González Lizondo se resolverían de inmediato para no romper el pacto que les había dado el acceso al Ayuntamiento de Valencia y perder el poder. Eduardo Montesinos dijo «une más el cemento que el acento». Pues eso.

Por cierto, me cuenta una amiga que más de uno entre los partidos de izquierdas que comparten gobiernos en decenas de instituciones valencianas empieza a reconocer que dejando al margen los gravísimos casos de corrupción protagonizados por el PP, el gran nivel de exigencia de responsabilidades políticas en otro tipo de asuntos que impulsaron cuando estaban en la oposición les está empezando a afectar con el famoso efecto boomerang. Aunque también más de uno empieza a comentar en privado que deberían plantear al resto de partidos una especie de pacto de no agresión son conscientes que eso al Partido Popular no se lo pueden ni comentar después de tantos antecedentes acumulados que les hicieron perder el poder.

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