Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Picatostes

Su nombre es Jeanine

No tenía el gusto de conocerla pero desde que la vi aparecer en la ventana del palacio presidencial de La Paz como nueva y autoproclamada presidenta de Bolivia por la gracia de Dios y del ejército de salvación que no he podido quitar mis ojos de ti que decía la canción que cantaba en otros tiempos Matt Monro. Solo con verla cargada de una Biblia como si fuera Moisés bajando del Monte Sinaí con las Tablas de la Ley, para su juramento presidencial y devolviendo la fe cristiana después de los años impíos y paganos del gobierno de Evo Morales, la señora y autoproclamada presidenta ya merecía más de una atención. La nueva mandataria del país andino se llama Jeanine Áñez y cuenta entre sus méritos profesionales, el de abogada y presentadora de televisión, esta última una profesión muy importante a la hora de cotizar en el mercado político como aval mediático por lo que se ve. La señora Áñez, también por lo que leo, se ve que está hasta el gorro que su país -o lo que ella cree que es su país- ofrezca una imagen un tanto deformada al exterior. Vamos, que es decir Bolivia y ya nos vemos a alguien tocando la quena y masticando hojas de coca montado encima de una llama. Para la ilustración progre añadamos como banda sonora el Soldadito boliviano que cantaba Paco Ibáñez con los versos de Nicolás Guillén que supongo tampoco le debe hacer mucha gracia a la señora presidenta.

Son estos estereotipos indígenas promovidos durante el gobierno de Evo Morales que según la presidenta Jeanine han secuestrado la Bolivia real y cosmopolita, la que no toca la quena aunque el cóndor pase, y por lo que se ve, que le ponen los pelos de punta de sus mechas californianas a la autoproclamada presidenta. Bueno, en su cuenta de Twitter ha dicho cosas mucho más escalofriantes que han hecho que sea tildada de racista y otros epítetos a propósito de sus comentarios sobre la población autóctona o sea la que había antes que llegara Colón, los conquistadores españoles y el tinte L’Oreal.

La cosa tiene su gracia, porque solo echándole una mirada se adivina que por la sangre corriente de Jeanine, como por una parte de la sociedad boliviana, los intercambios en todos estos siglos han sido fluidos de izquierda a derecha y del altiplano al plano. Bastaría con devolverle a la señora presidenta su color natural -de cabello- e imaginársela formando parte de un coro de danzas autóctonas de Cochabamba. Hasta me la imagino como la representante musical del país andino en el Festival de la OTI, si es que todavía existe dicho festival de música, como una de aquellas cantantes melódicas que ofrecían su exotismo canoro a la audiencia televisiva. Ahora, donde mi imaginación alcanza su cenit sería poder verla en una de esas telenovelas de larga duración como antagonista, véase la cuñada, madrastra, hermanastra o similar, de la protagonista, dispuesta a arruinarle la vida, el amor y lo que se ponga por medio. Bueno, de protagonista de culebrón a presentadora de televisión, profesión que ejerció durante un tiempo, tampoco es que haya mucha diferencia interpretativa, así que igual después de su etapa política, la vemos empezando una nueva carrera profesional ahora como gran estrella madura de telenovelas.

Dejo a la señora Áñez y su biblia reposar que la cosa tampoco está para muchas fiestas después que el ejército boliviano tiene barra libre a la hora de sofocar las manifestaciones, aunque supongo que las próximas semanas la señora presidenta nos seguirá dando noticias desde La Paz. Se anuncia una gira de despedida de José Luis Perales de los escenarios. Bueno, ahora se anuncia, pero lo tendremos durante dos años despidiéndose del público y me imagino con el cartel de no hay entradas. Nunca ha estado el cantautor de Cuenca entre mis favoritos, lo cual no quiere decir que no le dé su mérito a la hora de construir un tipo de canciones y mensajes que ha calado en el imaginario español de estos últimos cuarenta años. Perales venía a ser como la versión más glucosa de Serrat, y eso que el creador catalán también nos ha servido abundantes dosis de edulcorante. Entre los aciertos de Perales se encuentra el haber escrito una canción como Por qué te vas, aunque aquí el mérito principal está en la voz aniñada de Jeanette y los arreglos que en su día le hizo Rafael Trabuchelli, el señor que transformaba las melodías en oro en el sello Hispavox. Si tuviera que hacer una lista con esas canciones que no has dejado de escuchar, esta, estaría sin duda entre mis favoritas. En alguna otra ocasión me he referido al poder de las canciones en nuestra memoria sentimental. Recuerdo que en otros tiempos, podría decir aquello de «hace mucho tiempo en una galaxia muy lejana», la galaxia no es otra que la de ese final de la infancia, escuché a lo largo de todo un curso escolar un disco de Led Zeppelín, la portada era un zeppelín y se veía a los miembros del grupo vistiendo como uniformes militares o similar. En el tocadiscos no paraba de girar el tema Whole Lotta Love. Una, y otra vez. La cosa ya tenía su mérito porque creo que el tema sobrepasaba los seis minutos. Sin embargo mi corazón heavy se esfumó el curso siguiente y los cantos más armónicos del dúo Simon and Garfunkel sustituyeron a la guitarra endiablada de Jimmy Page y el poderío vocal de Robert Plant.

He reflexionado por mi querencia hacia, digamos canciones más «moñas» si se me permite el término a propósito de un tipo de melodías, frente a temas más enérgicos y contundentes. Porque prefería comprarme un disco de Cat Stevens que uno de Deep Purple, por ejemplo. O uno de Leonard Cohen a uno de AC/DC. Seguramente por eso, toda la cultura mitológica que no cesa de manifestarse en torno a Queen y por supuesto Freddy Mercury, siento que me pilla bastante al margen. Quizás porque nunca me ha gustado esa épica rock and roll sobre el escenario que hacía gala el grupo británico y otras formaciones musicales. Y sin embargo sigo enamorándome viendo cantar a Françoise Hardy en un video de 1968 de la televisión francesa la Suzanne de Leonard Cohen.

Compartir el artículo

stats