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Válido, generoso y dialogante

Así definió su hermana a un político de centro derecha que fue relegado ¿Cómo no? durante el conflicto de la batalla de València, ese lío de identidades que de repente ha rebotado ahora en Cataluña y que aún se lanzan a la cara algunos de nuestros diputados. Esos tres adjetivos juntos producen un escalofrío cuando se dedican a los hombres de estado que determinan los designios de los demás, pero aún estremecen más cuando esos árbitros de lo público los dedican a la naturaleza.

Decía la poetisa Wislawa Szymborska que hablar con las plantas es necesario e imposible, urgente en una vida apresurada y que está aplazado hasta nunca. No le falta razón. Si nuestros interlocutores en la Amazonia no son precisamente válidos y actúan por avidez económica sí al menos son dialogantes, eso sí unilateralmente. Hablan con ventriloquía por el reino vegetal, nos explican, como si de psicólogos se tratara, cuáles son sus males y el mejor procedimiento para tratarlos, aunque como todos los que hablan por el estómago, hablan solo de ellos mismos.

La naturaleza no está enferma, la que lo está es el alma del hombre. Pero el nuevo oficio de moda es el de colocar etiquetas algo herméticas para los iletrados, a propósito de los fenómenos que no saben explicar, etiquetas que darían risa a un ex estudiante de bachillerato que no hubiera podido acceder a los misterios de la química, la economía o del griego.

Estos nuevos cargos no pueden hacer gran cosa contra la insostenibilidad, si acaso poner escudos a modo de castillo de arena, o mantener tener una relación humana con la tierra que es algo muy emotivo y bonito, por dos motivos principales. Primero, porque en sí misma, la naturaleza, cuando no está desatada, ya es una lucha sin piedad para apropiarse de los recursos de otros. El ciclo vital universal produce maneras de supervivencia heterótrofas que incluyen hasta a las plantas pasando por nuestros cercanos parásitos. En segundo lugar porque en realidad este es un interés es por la salud de cada uno, un ansia de vivir eternamente y liberarse de la mala conciencia de hecho uso de la modernidad, y para ello existe un impepinable maricón el último que sólo se resuelve con dinero. Si no les gusta esta terminología, acepten la del ying y el yang, más conocida en física cuántica como la relación de indeterminación de Heisenberg o principio de incertidumbre, que establece la imposibilidad de que determinadas cuestiones físicas observables y complementarias sean conocidas con precisión.

Los anticuarios suelen mentir al pobre a quien compran el cuadro o el mueble tasándolo como una porquería y mienten al comprador exaltando el valor de la mercancía. Pero aquí la mercancía ya no es un jarrón chino, es algo vital, que nos hace caer en la desgracia médica o en el paraíso del equilibrio «chi». Ha derivado en verdaderamente falsas filosofías, más cercanas a la cultura del almuerzo que a la metafilosofía, o al poder de las pesadillas simplificado en lo que está bien o lo que está mal, algo que no haya que estudiar mucho y se comprenda fácilmente. Asustar primero para luego venderte algo que no es del todo efectivo lo viene haciendo nuestra archidiócesis con unos resultados excelentes excepto para la conservación de los frescos de la catedral.

Al fin y al cabo no existen grandes desacuerdos entre el mundo de lo natural y de lo místico. Hay algo tan conservador en la medicina alternativa que debería ser obligatoria de por vida para los que creen en ella, pero siempre se está a tiempo para tomar un antiviral si el yogui tea no funciona. Para que tu ropa sea ecológica no tienes más que dejar de comprar tanta nueva y usar la que tienes en tu armario, como hacía tu madre con la ayuda de una costurera. Tu cuerpo no acumula toxinas ni tus riñones se limpian con zumo de limón, excepto para elaborar un steak and kidney pie.

Los tóxicos vienen luego, cuando después de tanto vender cultura hidráulica, sensibilidades sociales y pepinos bio, salen los vendedores de productos ecológicos que no lo son, porque si el amigo de tal o cual alcalde ha conseguido el ejercicio de un relevante puesto de alimentación aumentado sus dones, ¿por qué un pobre productor no puede fingir que ha cuadriplicado su producción de alimentos mejores y más caros que los tradicionales? Al final los válidos, generosos y dialogantes no eran los que creíamos y también en el Shangri-La catalán manan los milloncejos saliendo de la TV3 en forma de facturas falsas y amañando contratos personalmente.

No se amilanen, No lloren sobre la leche derramada: anímense a entrar en alguna de las muchísimas mafias que emergen por doquier y dejen de preservar tonterías. Nuestros próceres nos enseñan que la vida son dos días y hay que disfrutarla a tope sin pensar en nuestra descendencia. La historia también lo enseña: Marco Aurelio era un buen rey filósofo y su hijo Cómodo fue un loco criminal quien a su vez engendró a Pertinax, que fue un sabio. El hijo de Goethe, que no bebía, salió borracho. El padre de Dvorak quería que su hijo fuera carnicero y el de Cellini que tocase la flauta. El poeta Rostand tuvo un hijo biólogo y el ateo La Fouchardière, dos hijas monjas. Uno no puede llevar toda la vida colgando el cadáver de su padre, decía Apollinaire. ¿Tus libros? Tus hijos los venderán a peso, amorosamente anotados y comprados uno a uno. Si los huertanos han vendido sus tierras para el fructífero comercio de pisos, ¿quiénes somos nosotros, hermanos, para negarnos a aprender de su fugaz sabiduría?

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