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El futbol no tiene pasado, ni futuro, solo presente. Algo parecido le pasa a las ciudades, por eso desconfio de los urbanistas revisionistas y de las estudios de arquitectura y marketing en 3D. Igual que el seguidor de un equipo, cada uno elige su relación con las calles y sus gentes. Me gustaba ir al Chez Lyon. Se comía bien y Paco Mateu te atendía mejor. El maître poeta convertía el pequeño restaurante en lo más cercano a los bristot parisinos de Les Marais. En sus mesas encontrabas escritores malditos, concejales, policias, chivatos, comerciantes y algún corrupto condenado. Tras los postres, Paco siempre te daba a elegir entre un café o un poema. En septiembre hará dos años que chapó. Ahora el mismo local es un asador argentino donde te desatienden tarde. También me gustaba ir de copas al Plaza, donde Toni Navarro ejercía de alcalde de noche. En aquella esquina de la barra que daba a la Gran Vía te ponías más al día que en tres tertulias progubernamentales seguidas. El último chupito era inagotable hasta que Toni se fue de vacaciones eternas hace cinco años. Raúl Alexandre hace honor a la memoria del recinto con Baobab, una de los mejores propuestas gastronómicas del momento. Sin embargo aún no se ha dejado llevar uno de los compañeros de aquellas noches mágicas, cuando por azar de la luna se reunía lo más canalla de cada barrio. Los recuerdos se administran con pasión o se pierden. Ni las paredes del Chez Lyon, ni las del Plaza hablarán nunca, pero si Loquillo ha aprendido más hablando con Luis Alberto Cuenca que en todo el bachillerato, todo lo que soy es por mi espíritu callejero. Es lo que más me gusta cuando llego a un sitio nuevo, ver y oir. Lo mismo que hacen los miles de visitantes que llegan a València, pese a la inexistente indicación de nada, la pésima oferta culinaria de las franquicias y esa pertinaz campaña municipal contra las terrazas de Ciutat Vella, cuando son el único antidoto contra el botellón y el creciente menudeo. Esa nueva mojigatería conservadora de los botánicos ha provocado que por primera vez en lustros vuelvan las jeringas usadas a las aceras. Eso, por supuesto, es más pasado que futuro.

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