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Picatostes

Por tierra, mar y aire

Entre los problemas de Vox con algunos de sus comités regionales, ahora que le ha salido una diputada insurrecta en el parlamento andaluz -en todas partes cuecen habas que decía mi madre- y el anuncio de la nueva factura de la luz- cuando todavía no había conseguido descifrar la anterior- que ando estos días un poco desconcertado despues que la borrasca Glori-es nombrar su nombre y ponerme a tararear la canción de Umberto Tozzi- me dejara el paraguas hecho unos zorros el pasado martes. Hacía tiempo que no veía un estado atmosférico tan sublevado por tierra, mar y aire. No sé si esta conjunción de factores climáticos es lo que ponía a las almas románticas en un estado de éxtasis frente a la recién descubierta belleza de las olas del mar amotinadas o la fuerza salvaje del viento doblando y a haciendo añicos todo lo que se ponía en el camino. Pienso ahora en pintores como Caspar David Friedrich y sus héroes extasiados y llenos de emoción ante una naturaleza sublime y por supuesto, también cruel. Lo cortés no quita lo valiente.

Como posibles sucesores de aquellos románticos indomables tenemos a los descerebrado , por decirles algo, que a pesar de las advertencias, acostumbran a salir en estos días cuando todo anuncia el próximo apocalipsis climático con tal de hacerse un selfie mientras las olas están a punto de engullirlos- chubasquero incluido- y colgar la instantánea en alguna de las redes sociales. Yo, a lo máximo que aspiro ante el zafarrancho metereólogico es mirar de vez en cuando por la ventana a ver si la cosa se apacigua un poco y nos da una tregua y puedo bajar a pasear con los perros y que estiren las patas. Si bien es cierto que nunca llueve a gusto de todos, aquí me apunto a la filosofía ramoniana -de Raimon, cantante-, cuando cantaba aquello que “al meu país la pluja no sap ploure”, hay que anotar que este último temporal era digno de argumento de aquellas peliculas de catástrofe que se pusieron de moda a principios de los años setenta de nuestro cada vez más alejado siglo XX. Todavía recuerdo el desaparecido cine Oeste temblando por culpa del Sensurround con la película Terremoto mientras Charlton Heston y Ava Gardner trataban de escapar de la ciudad de Los Ángeles entre socavones y zanjas a go-go.

Ahora que mencionaba al cantante de Xàtiva, Ramón Pelegero Sanchis y para el arte, Raimon, leo los triunfos de la pareja Serrat-Sabina en sus recientes conciertos madrileños. Esta vez la cosa aparecía bajo el título de “No hay dos sin tres” despues de las dos giras anteriores de la pareja catalano-andaluza-madrileña. Y es que después de la primera gira uno pensaba que la cosa o asociación musical no daría para más y el dúo dejaría en la memoria el recuerdo de una gran gira triunfal. Y única. Pero no fue asi y volvieron a reincidir, esta vez con la Orquesta del Titánic a cuestas. Y ahora de nuevo han vuelto a poner juntos, pero no revueltos, los pies en el escenario, lo cual quiere decir que a nivel, tanto personal, artístico como económico la cosa les funciona estupendamente aunque sea a base de rehacer los repertorios respectivos. Y el público feliz, como yo lo estaría, escuchando “grandes éxitos”. De ayer, de hoy y de siempre.

Culpable, bastante culpable de todo este asunto es José Emilio Navarro “Berry”, el mánager valenciano de ambos cantantes. “Berry”, el apodo que le cayó un día en sus años de adolescencia, cuenta con una larga, larguísima experiencia en el mundo musical. Primero como músico en uno de los conjuntos punteros del soul ibérico, Adam Group, despues acompañando a cantantes como Juan Pardo y el Dúo Dinámico, técnico de sonido, y finalmente representante, mánager, entre otros de Paco de Lucía, José Luis Perales, y por supuesto, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina. Quedan pocos empresarios de la “vieja escuela” como José Emilio Navarro, hombre puente entre aquellos representantes pioneros que se llamaban José María Lasso de la Vega, Emilio Santamaría o Paco Gordillo, y la generación que comenzó a despuntar a partir de la década de los ochenta. Todo esto en unos momentos en que el mundo de la representación o el management cada vez más se parece a los grandes holdings con las casas discográficas preparadas a comerse su trozo de pastel- o si es posible el pastel entero- cuando comenzaron a notar las vacas flacas y la caída de ventas.

Mientras se anuncia la próxima borrasca en el horizonte o el encuentro Sánchez-Torra con Barcelona como escenario, y la derecha opositora ruge contra la capitulación socialista, aparecen nuevas encuestas que dejan al partido de la señora Inés Arrimadas casi para el desguace. La verdad es que el asunto resulta bastante cruel y más, cuando no hace más de un año con Albert Rivera liderando la formación, hasta le daban una posible victoria electoral. Es cierto que los vaivenes del partido no han sido su mejor pasaporte, pero a la vista de cómo están las cosas, uno se pregunta, si es posible en España la existencia de un partido liberal y de centro. Y a la vista de lo que acontece, uno diría que de momento parece que no es necesario. Ni se le espera, Ni se le echa en falta. Ciudadanos renunció a ello y la avaricia, o mejor la ambición, acabó rompiendo el saco.

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