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En voz alta

El Consell debe tener una sola voz

Tras numerosos y durísimos episodios de confrontación que hacían presagiar un «amor imposible», el resultado de las segundas elecciones generales consecutivas abocaron a PSOE y Unidas Podemos a un rápido festeo que acabó en boda en forma de gobierno. Tras el «sí quiero» y las innumerables promesas de «amor eterno» se ha vivido un primer mes idílico de «viaje de novios». Pasado todo eso y con poco más de cinco semanas de «convivencia marital» han llegado las primeras «broncas matrimoniales» inmediatamente reconducidas con gestos y declaraciones para suavizar y reconducir la situación y volver al discurso de la «relación estable y para toda la vida».

Estas primeras diferencias se han abierto paso en la gran agenda política nacional compartiendo protagonismo con los clásicos de Catalunya, Venezuela o la situación económica. Por ingenuidad y desconocimiento, muchos políticos y periodistas de la Villa y Corte parecen haberse visto sorprendidos por algo normal en cualquier gobierno de coalición, es más también se producen en gobiernos monocolor y hasta en cualquier familia. De haber preguntado, por ejemplo, en la Comunitat Valenciana se les hubiera explicado la experiencia aquí acumulada durante la pasada legislatura y la actual con las dos versiones del Botànic que van ya camino de su primer lustro de convivencia.

Soy de los que piensa que ningún sistema es perfecto y que el debate entre si son mejor los gobiernos de mayorías absoluta o los de coalición puede resultar muy entretenido siempre que no se olvide que, en cualquiera de los dos casos, que son el reflejo democrático de la voluntad popular y, por tanto, merecen el mismo respeto. Aquí, salvo excepciones como la bastante olvidada del pacto entre PP y Unión Valenciana en el 95, vivimos muchos gobiernos en solitario primero de socialistas y luego de populares. Esta dinámica acabó en 2015 con el acuerdo entre PSPV, Compromís y Podemos aunque estos últimos quedándose entonces fuera del ejecutivo. Desde entonces, el diálogo, negociación y pacto han sido permanentes e imprescindibles por obligación más que por devoción. En cualquier caso, se ha demostrado que ceder para acordar es imprescindible para mantener un gobierno aunque tengas que cambiar parte de tus postulados y admitir, por tanto, las críticas y el desgaste que ello conlleva. Como es obvio, el problema más grave sería el de acabar renunciando a tus principios o entrar en contradicciones flagrantes con lo que has dicho y prometido durante años.

Además de todo esto, en este debate considero fundamental respetar el marco político e institucional. Un gobierno de coalición puede y debe discrepar porque, como es obvio, en caso contrario tendrían un pensamiento único que les obligaría a fusionarse. El problema es dónde y cómo pueden plantear sus diferencias. Antes del debate público parece lógico que deberían mejorar su coordinación en los foros de seguimiento de su acuerdo de gobierno que andan totalmente desaparecidos. Si no solventan ahí sus diferencias, tampoco es un drama que se visualicen en les Corts y hasta que lleguen a votar cada uno lo que considere en algunos temas eso sí, siendo conscientes de la munición que le dan a la oposición. Lo que para mí no es de recibo es que los enfrentamientos botánicos lleguen al Consell porque su pluralidad nunca puede justificar que en un gobierno haya más de una voz. Eso es algo inadmisible que confunde los planos del debate interno de una coalición que no pueden afectar a un ejecutivo que nunca puede perder de vista que defendiendo sus principios debe orillar los intereses partidistas en beneficio del interés general.

Podríamos poner varios ejemplos pero uno de los más recientes y significativos es el del nuevo muelle en la ampliación norte del Puerto de València. Ximo Puig se supone que como President del Consell y no como secretario general del PSPV aplaude las modificaciones del proyecto desde a tribuna del parlamento valenciano mientras Mónica Oltra se supone que como vicepresidenta y no como líder de Compromís defiende otra opción desde la mesa de portavoz del Consell. Además, Mireia Mollà exige una nueva declaración de impacto medioambiental en teoría no como dirigente de su partido sino como consellera de un gobierno que ni ha debatido ni ha aprobado ninguna decisión y Arcadi España habla discretamente con todo el mundo para reconducir el caos. Está muy bien tener un gobierno diverso, plural y de coalición pero debe tener una sola voz tras los debates previos en otras instancias.

Por cierto, me cuenta una amiga que el otro día una persona vinculada al sector inmobiliario realizó un comentario en una animada tertulia que dejó muy preocupados a un destacado representante de la Generalitat y a otro del Ayuntamiento de València cuando, tras mostrar muchas dudas sobre la viabilidad del proyecto para construir más de 400 viviendas en régimen cooperativo en el actual solar de Mestalla, les preguntó si no habían pensado en que se diría de su falta de responsabilidad en vigilar de cerca el tema si finalmente fracasara y los valencianos que de buena fe han invertido ahí su dinero pudieran verlo peligrar.

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