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Juan Alfonso Gil Albors

Se fue Juan Alfonso Gil Albors, se fue yendo hacia ese más allá desconocido. En el caótico bosque de mi memoria surgen recuerdos que llegan de muy lejos, en los tiempos del franquismo de absurda censura.

Gracias a la propuesta del entonces director de la Orquesta de València: el maestro García Navarro, de acercar los niños a la música, un grupo de soñadores «postulantes» de la educación por el arte, creó una sociedad sin ánimo de lucro, llamada EDYC (Educación Y Cultura) que en un principió subvencionó la Caja de Ahorros y varias entidades más, pero al retirarse las fuerzas políticas del momento, cesaron la subvenciones?

Aún recuerdo el asombro divertido de Juan Alfonso, su mirada observadora y expectante que vivía el teatro como algo inherente a su persona. En 1974 había sido nombrado director del teatro Nacional de la Princesa y director de los festivales de España. Más adelante volvimos a encontrarnos cuando apareció como director de Teatres de la Generalitat.

Era un hombre prudente y educado, con una cierta ironía que manejaba a su antojo y jugaba con ella entre la broma y la verdad. En su capa de hombre tranquilo escondía un gran luchador y como buen luchador sabía encontrarse en el momento oportuno y en el lugar adecuado. Se había enfrentado con la vida trabajando duro. Periodista de profesión escribió multitud de obras de teatro.

Vivió unas circunstancias políticas y sociales que con cinco hijos tuvo que bandear. Su matrimonio con Mari Ángeles, fue un gran árbol donde ambos se apoyaban unidos, haciendo realidad las palabras de Saint-Exupéry: «Amarse es mirar juntos en la misma dirección».

Me confesó ser un hombre comprometido porque estaba lleno de dudas. Hoy se habrán ya despejado «el ser, el proceder y el misterioso del más allá».

Su teatro, entre otros temas se basa en el sentido religioso del hombre que arranca de un temor que se desarrolla en la humanidad y se divide en distintos caminos provocando una problemática religiosa, no dogmática. Escribía sobre religión no estando conforme con parte de la Iglesia. Se identificaba más con Teresa de Calcuta y Vicente Ferrer que con el Vaticano.

Ocurrió un hecho en el teatro en el que nos dejó asombrados. Fue con Canales que se empeñó en seguir ensayando cuando el público había entrado ya en sala y como insistía en continuar Juan Alfonso le dijo que tenía que entrar el público.

Canales respondió: «No, el público entrará cuando yo lo diga».

«Perdone», dijo Juan Alfonso con educación y con firmeza, «usted mandará de su gente, pero en el teatro el director soy yo, y ahora mismo se baja el telón».

En el escenario se organizó casi un wéstern entre gitanos y payos. Cinco guitarristas se dirigieron a Juan Alfonso, amenazantes, pero los tramoyistas que llevaban sus martillos colgando salieron al escenario y rodearon al director? Canales claudicó y se bajó el telón?

Un día opinando sobre el shock cultural de la migración que producía a algunas personas, no dudó: «Si yo fuera un negrito del Congo, vendría en una patera».

Y? Ernesto Cardenal escribió: «?Decían que el universo tiene música (los pitágoras) y que el alma es como una armonía o como una música».

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