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Maite Fernández

Mirando, para no preguntar

Maite Fernández

El "Homo Economicus" se aburre

Tenemos la suerte de haber nacido y poder vivir en la parte desarrollada del planeta. Nuestras necesidades básicas están cubiertas; nuestros derechos garantizados por la ley. Es la sociedad de bienestar (mejor para unos que para otros) la sociedad de la abundancia. Pero estamos aburridos.

Decía el filósofo Arthur Schopenhauer que la vida del hombre oscila entre el sufrimiento y el aburrimiento. Visto así, vivimos en una aburrida sociedad hastiada de sí misma. En la novela Un Mundo Feliz, Aldous Huxley describe una sociedad en la que el desarrollo técnico y el ejercicio de un control ilimitado por parte del poder político han erradicado el hambre, la pobreza y las guerras. Una sociedad en la que desaparece la idea trascendental de belleza que se sustituye por la uniformidad. Una vida de rutina sin más esperanza que la de disfrutar de lo que se tiene.

Sin héroes ni villanos, donde la nobleza es un síntoma de ineficacia política que hay que eliminar. Donde no existe la discrepancia porque la «tendencia» marca lo que es bueno y necesario. Un perfecto mundo feliz y aburrido. La nuestra es la sociedad de la abundancia, de la saturación y el hastío. Nos aburre la vida misma, la aventura, el amor, la falta de hambre, la política, la gente€ Pasamos de una actividad a otra porque nos hartamos de lo que estamos haciendo. Cada día se apaga en si mismo. Vivimos empalagados: lo quiero-lo tengo-lo dejo. Ya no buscamos «cosas» - las tenemos todas -buscamos experiencias. Necesitamos que nos ofrezcan experiencias de viaje, porque el billete de avión ya lo llevamos en el bolsillo. Vivir parece que ha dejado de ser una aventura. Queremos conseguir con dinero experiencias o sensaciones.

Incluso estamos saturados de tiempo. Hemos perdido la noción del Kairos, ese momento justo y adecuado. Todos andamos estresados por falta de tiempo para trabajar, para socializarnos, para descansar€y nos olvidamos de perder el tiempo en mirar, escuchar y pensar. Tiempo para vivir. Tenemos que aprender a disfrutar del tiempo como los catadores de vinos, poco a poco para conseguir descubrir los matices del todo. Algo grave pasa en esa sociedad, y huele a fracaso institucional, a fracaso colectivo.

Vivimos muchos más años, pero vivimos más deprimidos. Disponemos de más dinero que el que tuvieron nuestros padres, pero vivimos angustiados por el futuro. Los libros de auto ayuda inundan las librerías, y hasta las empresas se disputan los mejores 'coachers' para ayudarnos a encontrar nuestro propio camino. La publicidad nos vende esos sueños que perseguimos y que nos harán felices. Somos el reloj que tenemos, somos la marca de ropa que vestimos, somos la botella de vino que compramos y somos el coche que conducimos. Si no los conseguimos llega la frustración. Queremos tener en lugar de disfrutar. Queremos que nos provoquen nuevas emociones en lugar de buscar nuevas experiencias en cada nuevo día. La monotonía nos mata.

El Homo Economicus se aburre. Ese modelo racional creado a partir de la sociedad de consumo que sólo contempla la posibilidad de alcanzar la felicidad por el dinero, se muere de hastío.

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