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La cuarentena se queda corta

El que avisa no es traidor. Vicen me lleva advirtiendo desde aquel 12 de marzo que nos encerramos en casa que los años pesan y que una ya no está para hacer acrobacias como con veintipocos. Pues tenía razón. Ayer, mientras hacía estocadas laterales siguiendo el ritmo impuesto por Selva, me dio un tirón en alguno de los músculos de la pierna izquierda que me hizo ver las estrellas y el universo en general. Por suerte el dolor pasó y no hay secuelas visibles. Lo peor es que Selva no entendía de contracturas y sin darme descanso me pedía bailar un "buggy buggy".

Ya recuperada de la pierna, aprovechamos el día para limpiar a fondo nuestra habitación y el salón, paredes incluidas. Mientras nosotros recogíamos, Selva y Mikel desbarataban otra habitación. Hemos empezado a pensar que lo hacen por nosotros, para que no nos aburramos. También pasamos un rato con Selva haciendo las tareas del cole. Ayer tocaba memorizar el poema "Una pequeña semilla". Una vez aprendido tuvimos que grabarle un vídeo recitando una estrofa que luego debimos enviar al cole por correo electrónico. Con el material recopilado celebraron el Día del Libro.

Mikel también pasó unos minutos con un libro entre las manos. Cada vez habla más, de día en día gana vocabulario, aunque es muy selecto: "susto", "jugar", "coche", "moto", "oso", "mono"€ Le pueden las trastadas, cada día más y más grandes. Ahora lleva días que no se baja de las sillas y, como consecuencia, de las mesas, la encimera o el alféizar de la ventana. Esto significa que no podemos quitarle los ojos de encima. Al mismo tiempo le da por esconder los zapatos y las zapatillas. El último par lo encontramos dentro del paragüero. También tiene fijación con el agua, y en un segundo es capaz de bañar a su vaca Lola con jabón y todo.

Entre Selva, Mikel y el teletrabajo yo a veces creo que no me va a dar tiempo en esta cuarentena a hacer todo lo que tenía pendiente. Aún no he terminado un libro, no he dormido una siesta, no me he sentado en el sofá a no hacer nada ni he visto tres capítulos seguidos de mi serie favorita. El único consuelo está en el refranero: mal de muchos, consuelo de tontos: mis amigos con hijos que no suman siete años están igual.

Lo que no hemos perdido es la costumbre de comer. Por la mañana hicimos un homenaje gastronómico a Castilla y León. ¡Cuántos años pasando esta jornada de fiesta en Villalar de los Comuneros! Por la tarde jugamos mucho al escondite y casi perdemos a Mikel de verdad, metido dentro de las sábanas y hecho croqueta por su hermana€ De esta forma llegó la hora de aplaudir. Y fue curioso: cuando Selva se disponía a dar palmadas una chica que pasaba por la calle con su patinete se detuvo y le aplaudió a ella: "¡Tú si que eres una campeona!", le dijo. Selva sonrió.

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