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Javier Cuervo

Artículos de broma

Javier Cuervo

Ser obediente o responsable

El cumplimento sobresaliente de un confinamiento diamantino ha sido lo más fácil para los españoles. La situación era excepcional y hemos sido excepcionalmente obedientes, como éramos cuando se atendía lo que decía el cura, mandaba el maestro, ordenaba el alcalde y obligaba la guardia civil.

En la democracia, después de la larga tradición de autoritarismo y obediencia, fuimos hacia un cuestionamiento de la autoridad y un uso común de la desobediencia que confundimos con el ejercicio de la libertad. Pasamos de oír "¡no sabe usted con quién está hablando!" a decir "¿quién es usted para mandarme nada?".

Fuimos domesticados en la obediencia por una inagotable literatura normativa y la democracia, hecha por personas que venían de esa tradición, no fue un gimnasio de la libertad, de la responsabilidad personal y social. Como lacra de esa tradición, ahora se piden órdenes bien precisas para salir de esta excepción y saber a qué atenerse y así cumplirlas, encontrar los resquicios que permiten incumplirlas, seguir del lado de la trampa dentro de la ley, ser regla o excepción, pero siempre con la posibilidad de remitirse a un bando, un artículo, una disposición, algo. Qués muy concretos, aunque no separamos sus porqués ni tengamos en cuenta los paraqués. Un normativismo que nos tiene siempre en falta, por el que sospechamos que la guardia civil de tráfico nos encontrará algo que aplicar al pie de la letra, aunque no afecte a la correcta circulación y sus condiciones.

No es igual ser obediente que responsable. Lo difícil llega ahora, cuando cada quien debe tener criterios claros para elegir cómo comportarse para el bien propio y el común. La "nueva normalidad" entra en verano, la estación más irresponsable. ¡Vaya!

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