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Alfons García03

Las gafas rotas

No hay símbolo más impactante de la vulnerabilidad del ser humano que unas gafas rotas en la calzada. Nada dice más, con menos, lo poco que somos. No es herencia importada del cine. El cine primitivo acertó con esa imagen. Hizo visible un sentimiento común. Pasa poco, pero cuando pasa te deja lleno de malos presagios. El día se torció. Realmente no se torció, pero ya llevas el temor a que se tuerza. Y eso significa que se torció, aunque no haya pasado nada. Aún. Me sucedió esta semana. Y voy renqueante de tristeza preventiva. Supongo que les ha pasado.

Hay diálogos imposibles en los que una persona solo escucha lo que quiere oír y no tolera al interlocutor ni la libertad de la palabra. Woody Allen dice que la mayor angustia es acudir por la mañana al plató y decidir dónde poner la cámara, dónde enfocar. El guion no es el mismo, según se enfoque. Ni la vida. Ni la democracia. La realidad es un punto de vista. Lo fundamental, y costoso, es preservar la libertad para enfocar y la apertura de mente para entender al otro.

No es lo mismo, ni de lejos, pero pensaba aburrir con el fondo covid, que es uno de esos diálogos imposibles y una prueba de fuego, otra, al Estado descentralizado, porque, al final, cada territorio mira lo suyo (y no hay más suyo que el bolsillo, principio de todas las propiedades y fin de todas las identidades). Qué hay de lo mío y los demás no importan son los preceptos que marcan esta timba de tahúres (zurdos y diestros) donde el sentido común es la excepción. Poco importa la coherencia en el discurso. Los barones autonómicos solo dan armas con ese proceder a los que están encantados con dinamitar el modelo territorial, o para salirse de él bailando una sardana o para regresar al castrante régimen único dictado desde Madrid. Me parece que el diseño del reparto es sencillo: la parte sanitaria ha de dar prioridad a donde más incidencia ha tenido la epidemia; la parte educativa debe observar la población sin más, porque las adaptaciones en los colegios (si al final se hacen) afectan a todas por igual, no a las regiones más castigadas, y la parte para compensar la pérdida de ingresos ha de tener en cuenta las cifras reales, que a final de año ya estarán.

Pensaba servir de somnífero con esa digresión cuando empiezan a llover resoluciones judiciales (la pandemia debe haber desaparecido). La del rey emérito y la de Consuelo Císcar retratan el país nuestro de cada día de las últimas décadas, donde las instituciones públicas han sido un medio para el lucro personal y familiar y que, como decía José Luis Villacañas en estas páginas, conecta con la médula del franquismo. Son la versión actualizada de La escopeta nacional con dos gramos menos de caspa. Otras dos decisiones deben beneficiar a la derecha, a la vista de cómo las ha jaleado. Sin embargo, la sentencia de Brugal me parece sobre todo nociva para la democracia, porque no entra a dictaminar si ha habido corrupción con la basura de Orihuela, sino que se queda en que las escuchas telefónicas, la base del proceso, no son válidas. Un segundo caso Naseiro. Y ya sabemos lo que vino después de aquel. La sensación de impunidad es abono para los corruptos. Si las grabaciones violaban los procedimientos legales, mejor haber parado todo mucho antes. Dejar sin aclarar si hubo corrupción es negativo para todos, incluido el PP. Por otra parte, la resolución que pone a las puertas del juicio oral al director general de Política Lingüística me parece un exceso de garantismo, pero si el juez observa algún indicio de que se ha actuado contra la ley hace lo que debe, a pesar de que Rubén Trenzano quede en una situación delicada (lo sensato sería apartarse, aunque sea temporalmente) y la imagen del president salga desgastada por unos hechos que, leído el auto, continúan pareciendo inconsistentes. En ocasiones, la Justicia cuesta. Pero aunque a veces no convenza, la ausencia de ella es la tiranía. Deberíamos tenerlo interiorizado ya y evitar leer las decisiones de los jueces según nos tocan. En ocasiones, la democracia, frágil, parece que ha perdido las gafas y que el tipo enorme y altivo que camina por detrás con paso marcial las ha aplastado con gesto de soberbia.

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