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Normalidad

En noventa días nos hemos inventado un mundo diferente que se ha hecho habitual y del que nos va a costar mucho volver

La nueva normalidad está aquí, y, la verdad, de momento no parece que sea ni nueva, ni normal. Huele a antiguo, es decir a lo que llevamos tres meses viviendo porque de lo anterior a esta época que acabamos de pasar más vale ni acordarse. Viene a ser como permanecer anclado en la nostalgia por la niñez perdida, cuando los reyes eran magos y las vacaciones, eternas. Pero en sólo noventa días nos hemos inventado un mundo diferente que se ha hecho habitual y del que nos va a costar mucho trabajo volver.

El, fútbol, casi por definición el espejo de nuestras almas, ha sido el primero en instalarse en la normalidad fingida. Y el resultado deprime. Sin público con capacidad de manifestarse, los partidos parecen como representaciones que está filmando el director de una película, pero sin guion que ayude. Ni siquiera cabe protestar de manera airada las decisiones del videoarbitraje (VAR) porque videocomedia es ahora todo. No parece que hayamos salido en realidad de esas ligas virtuales que montaban las revistas por tener algo que publicar. Que gane el Barça o el Madrid, como casi siempre, se ha convertido mucho más en un dato que una pasión. Y, sin pasión, se nos va el futbol pero también la vida.

Pero no todo es fútbol. Las universidades andan buscando cómo volver a las aulas sin pisarlas mucho, cada una con su propia fórmula porque el ministro está convencido de que a él no le pagan para pensar. ¿Por qué no montarán turnos en fila, como en los colmados, ahora que nos hemos vuelto todos británicos sin saberlo?

Pero lo que se echa más de menos, aunque sea por la curiosidad, es saber cómo va a ser la nueva política, cuando no consista todo en dar cifras de contagiados y muertos al buen tuntún y sin necesidad de que cuadren. Cuando no sean Simón e Illa, Illa y Simón, lo que nos digan en qué va a consistir nuestra vida en la semana siguiente. Por cierto, ¿se juegan ustedes algo a que al final van a condecorarlos? Pues bien, de esa nueva política sí que se sabe algo. Nada más volver del verano se nos van a presentar los hombres de negro de Bruselas para revisar esos proyectos de presupuestos con lo que nos dicen que nos van a resolver los problemas ahora que los de Rajoy, los vigentes, cantan ya un poco. Mucho me temo que añoraremos esos presupuestos que se nos habían vuelto eternos de tanto denigrarlos.

Pero eso será en otoño; ahora, todos a la playa mandando a tomar por retambufa las distancias de seguridad, la prevención de multitudes y hasta la mascarilla, como no sean las de buceo. Al menos en ese aspecto hemos aprendido enseguida que la nueva normalidad es la de siempre y que seguir con tantas precauciones durante tres meses no ha dejado de ser una gilipollez. ¿Qué surgen ya rebotes de contagios por todas partes? Da lo mismo. En la playa no se leen los diarios.

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