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¿Cómo influirá en nuestra vida el 5G?

De regreso a casa recibo la llamada de mi médico personal: el microchip subcutáneo que tengo insertado ha informado de datos biométricos preocupantes, con una subida del nivel de azúcar y arritmias periódicas. Eso me ha hecho pensar que quizás debería tomarme unos días de descanso. Le indico a mi coche, en conducción autónoma en ese momento, que cambie de rumbo y se dirija a la casa de la montaña. Me responde que circulará por una ruta diferente a la habitual pues ha recibido la comunicación de un coche averiado en nuestra trayectoria. Inmediatamente observo cómo varios drones de Vigilancia de Tráfico nos sobrevuelan en esa dirección. La noche se espera fría, decido conectar con la domótica y encender la calefacción de casa. La nevera está casi vacía, así que le indico que haga una compra online con suministros para 2 días. Un cartel publicitario de carretera se enciende a mi paso, y puedo leer: 5G, We connect you to everything..."

Este podría ser un relato de un día cotidiano dentro de unos años, pero para que pueda llegar a ser real necesitaremos las redes 5G, o lo que es lo mismo, la quinta generación de comunicación móvil. Pero ¿en qué consiste?

En la práctica se trata de la evolución natural de la cuarta generación de la conectividad móvil, el 4G. Lejos queda ya la red de 1G que solo realizaba llamadas, o la tecnología 2G que introdujo el envío SMS. Con el 3G incorporamos internet y el teléfono se convirtió en smartphone y, con la llegada de 4G y la banda ancha, fuimos capaces de reproducir vídeos en tiempo real.

La clave que ahora lo cambia todo con el 5G es la Velocidad, que será 100 veces más rápida, pudiendo descargar una película de calidad HD de larga duración en cuestión de segundos; la Capacidad, con un aumento de más de 100 veces, lo que significa que más personas y dispositivos (hasta un millón por kilómetro cuadrado) podrían conectarse a una red sin bajar su rendimiento; y la Latencia, el tiempo que tarda un dispositivo en ejecutar una orden desde que se le manda la señal, será de 1 milisegundo, lo que supone una respuesta instantánea.

Pero 5G no afecta solo a los teléfonos móviles. De hecho, esta nueva generación de transferencia de datos resultará fundamental para hacer realidad otras tecnologías a las que hemos dedicado ya varios artículos en esta sección, en campos tan importantes como la educación, la salud, el trabajo, la agricultura, el deporte, el ocio, las ciudades inteligentes (smart cities), el vehículo conectado y autónomo, o el Internet de las Cosas (IoT).

Aunque 5G está todavía en desarrollo (la UE ha fijado el 2025 como el año de su plena implantación), algunas empresas han comenzado a crear productos 5G y a probarlos. Qualcomm, Nokia, Samsung, Ericsson, Huawei y las principales operadoras están invirtiendo sus recursos en el desarrollo y despliegue de la nueva red. Y en este despliegue se está librando una verdadera batalla, pues esta nueva tecnología implica un desafío enorme a la hora de proteger la red. La privacidad de las personas y la seguridad de los países se verán amenazadas si hay puertas traseras o capas ocultas (se conoce como back doors) por donde se puedan extraer datos, accediendo al sistema sin permiso. Y en una sociedad hiperconectada, con una creciente conexión digital de las personas (y objetos) en cualquier momento y en cualquier parte, los gobiernos de las principales potencias mundiales no están dispuestos a dejarse ganar terreno en este nuevo campo de batalla.

La capacidad de gestionar en la nube la defensa de un país ha convertido el 5G en una cuestión geopolítica y en el arma de la nueva guerra fría entre Estados Unidos y China. El presidente americano concluye que tanto Huawei como ZTE suponen una amenaza para la seguridad nacional y, por esta razón, no pueden suministrar redes a las operadoras del país como AT&T o Verizon.

La acusación, nunca probada como insisten los directivos de Huawei, es que el fabricante chino diseña sus redes bajo el designio del Gobierno y el Ejército comunista creando back doors que le permitan controlar o espiar las comunicaciones cuando sea preciso.

En esta guerra fría del 5G los bloques aún no están definidos. Los Gobiernos de Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Japón se han alineado con EE UU. En el Reino Unido, después de un intenso debate, Boris Johnson se decantó por ceder a las presiones de Washington y decidió vetar a Huawei a partir del primero de enero de 2021, momento en el que será ilegal que los operadores británicos compren cualquier equipo 5G a Huawei. Por el contrario, la Unión Europea no tiene una posición única; Francia y Alemania han abierto tímidas investigaciones sobre las redes de Huawei y España no tiene una posición definida, pero todo apunta a que la respuesta común de la Comisión Europea será que no se puede prescindir de la tecnología de Huawei, adoptando así una posición en franca oposición a EE UU. Reconstruir la red 5G en Europa costaría demasiado tiempo y dinero, y en estos momentos, en plena carrera tecnológica, la vieja Europa ya no tiene ni una cosa, ni la otra.

El debate sobre los posibles peligros que el 5G puede generar lleva un tiempo sobre la mesa, y este artículo quedaría incompleto si no se hiciese mención a ello. Pese a que la mayoría de expertos aseguran que no existe riesgo, la falta de pruebas e investigaciones hasta el momento sigue siendo motivo de desconfianza en parte de la población. Una de las grandes preocupaciones es la radiación de las nuevas antenas, que, al ser más pequeñas, se situarán en zonas como tejados, farolas, señales o paradas de autobús; más cerca por lo tanto de las personas. Además, debido a que su radio de alcance es limitado, se situarán más unidades. Una red de telefonía estándar tiende a utilizar dos o cuatro antenas, mientras que en la red 5G con el sistema Massive MIMO, los gigantes de las telecomunicaciones como Huawei y ZTE utilizan entre 96 y 128 antenas. Pese a ello, uno de los beneficios es que no transmitirán tanta potencia como las antenas actuales, porque las áreas de cobertura son más pequeñas. Por tanto, el impacto o radiación al que las personas quedan expuestos sería menor. En cualquier caso, es importante mantenerse alerta, realizar más investigaciones y tener un total control.

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