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Maudos

La necesidad de un plan valenciano de digitalización del tejido productivo

El Plan de Recuperación, Transformación y Resilencia del Gobierno de España da respuesta al enorme reto que supone hacer frente a la crisis económica de la covid-19 utilizando la financiación del Instrumento Europeo de Recuperación (Next Generation EU) cuyo montante previsto para España es de unos 140.000 millones de euros en forma de préstamos y subvenciones. El objetivo del plan no es solo hacer frente a los efectos de corto/medio plazo de la pandemia, sino también transformar a largo plazo la economía para hacerla más resiliente y competitiva. Para ello es necesario involucrar también al sector privado, incentivando la colaboración público-privada. En última instancia, el objetivo último del plan es identificar proyectos tractores que permitan aumentar la competitividad de la economía española, lo que exige en paralelo implementar reformas estructurales (que se concretan en cambios regulatorios e inversiones) que permitan la transformación de nuestro modelo productivo hacia otro más competitivo y resiliente.

Con este objetivo, la Unión Europea ha definido cuatro áreas prioritarias a la hora de asignar financiación, siendo una de ellas la transición hacia un modelo productivo más intensivo en tecnologías digitales. La transformación digital del tejido productivo es sin duda necesario para aumentar la productividad de las empresas, siendo la ganancia de productividad condición necesaria para que España converja al mayor nivel de bienestar de la Unión Europea.

La baja productividad de la economía española en el contexto europeo es uno de los factores más importantes que explican la brecha en renta per cápita que nos separa de la media de la UE. Y detrás de esa baja productividad está, entre otros, el menor esfuerzo inversor en activos intangibles, como el I+D+i o la formación de los trabajadores, por poner algunos ejemplos. Estos activos son los que con diferencia caracterizan el proceso de digitalización de la economía, por lo que avanzar en dicho proceso exige dirigir la inversión hacia esos activos. Tecnologías como el big data, la inteligencia artificial, el ‘cloud computing’, el ‘e-commerce’, el ‘blockchain’, la robótica, etc., son intensivas en intangibles.

La importancia de avanzar en la intensidad de la digitalización se ha puesto de manifiesto en esta crisis de la covid-19 tanto en el ámbito del sector privado como del público. En el primer caso, aquellas empresas que han alcanzado un mayor grado de penetración de las tecnologías digitales han presentado una mayor resiliencia, ya que han podido sustituir por ejemplo el trabajo presencial por el trabajo a distancia (teletrabajo) o las compras físicas por las ventas on line. En consecuencia, de cara al futuro, la capacidad de resistencia y de adaptación de las empresas a condiciones adversas (como las de la covid-19) exige avanzar hacia una mayor digitalización.

Consciente de la importancia de la transformación digital como vía para mejorar la productividad, la «Estrategia Valenciana para la Recuperación» también pone el foco en la digitalización del tejido productivo como vía para corregir seguramente el problema más importante de la economía valenciana que es su baja productividad. La información más reciente sitúa la productividad por ocupado un 5,6% por debajo de la media nacional y su PIB por habitante es un 12,2% inferior al de España. Es altamente preocupante que el 85% de las ramas productivas de la Comunitat Valenciana presenten un nivel de productividad inferior a sus homólogas a nivel nacional y que esos sectores produzcan el 80,4% del PIB de la economía valenciana.

Los análisis disponibles muestran que el reducido esfuerzo inversor en las variables determinantes de la productividad explica una parte muy importante de la baja productividad de la Comunitat Valenciana. Y al igual que el reducido esfuerzo inversor en intangibles explica la brecha en productividad de España con la UE, ese mismo factor también explica la distancia que la Comunitat Valenciana tiene con España, por lo que reducir la brecha exige aumentar el esfuerzo inversor en intangibles. Así, el esfuerzo inversor en intangibles (inversión/PIB) de la Comunitat Valenciana en el 6,5%, 0,5 pp por debajo de la media nacional y alejado de las regiones más competitivas.

La baja productividad de la economía valenciana también se explica por tener un tejido empresarial dominado no ya por pymes, sino por micro y pequeñas empresas. De hecho, las primeras suponen el 90,1% del total de las empresas sin asalariados de la Comunitat Valenciana y las segundas el 8,4%, por lo que el 98,5% de las empresas valencianas tienen menos de 50 trabajadores. La evidencia es concluyente al demostrar que la productividad aumenta con el tamaño empresarial, por lo que acortar la brecha de productividad que sufre la Comunitat Valenciana exige un mayor dinamismo empresarial, ya que solo mediante mejoras de productividad las empresas pueden ganar tamaño.

La Comunitat Valenciana presenta otro problema adicional que ayuda a explicar su baja productividad y es la menor presencia de empresas en sectores de digitalización alta. Así, mientras que en España el 19,6% del VAB y el 21,5% del empleo están concentrados en sectores de alta digitalización, en la Comunitat Valenciana los porcentajes son menores (16,1% y 18,5%, respectivamente). En consecuencia, es necesario incentivar un cambio en el modelo productivo valenciano conducente a aumentar el peso de los sectores de alta digitalización como vía para mejorar la competitividad.

La evidencia también demuestra que el grado de digitalización de las empresas es mucho más reducido en las micro y pequeñas empresas, y ello se debe en parte a su menor esfuerzo inversor en intangibles. Este rasgo muestra la necesidad de implementar un plan de transformación digital pero específico para las pymes valencianas, y dentro de estas, que ponga el foco en las micro y pequeñas empresas.

En resumen, la baja productividad de la economía valenciana tiene mucho que ver con la configuración de su tejido empresarial, en el que es mayoritaria la presencia de micro, pequeñas y medianas empresas, cuyo esfuerzo inversor en intangibles es reducido e inferior a la media nacional. Este hecho diferencial justifica la necesidad de diseñar un plan de acción específico para la Comunitat Valenciana cuyo objetivo sea la transformación digital de las pymes, sobre todo las micro y pequeñas empresas que son las predominantes en su tejido empresarial, las que más problemas de productividad presentan, y las que parten de menores niveles de digitalización. Quien mejor conoce el tejido empresarial valenciano es el Gobierno valenciano por lo que es conveniente que tenga protagonismo en la ejecución en la Comunitat Valenciana de la palanca de «modernización y digitalización del tejido productivo y de la pyme», para un crecimiento sostenible e inclusivo, del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, trabajando codo a codo con el Gobierno de España.

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