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alberto soldado

VA DE BO

Alberto Soldado

Merkel y el valor del "otro"

Angela Merkel

Una ceremonia muy al estilo de los teutones homenajeó a Angela Merkel en su despedida como canciller alemana desde 2005. Los elegantes abrigos militares, con sus caras capaces de pronunciar cinco consonantes seguidas, y las antorchas como luz que ilumina el conocimiento y la razón desde que Prometeo robara el fuego a los dioses griegos, mitigaban el gélido ambiente en el que se sumergió, con cara de añoranza y ojos rojos de emoción, quien ha dirigido los destinos de Alemania y de media Europa en los últimos dieciséis años..

Decía Julio Camba que Alemania amaba tanto a Europa que de vez en cuando invadía Francia en un gesto que ellos consideraban de afecto. Y que puestos a odiar, bastaba que un periódico anunciara que Inglaterra era el verdadero enemigo secular para que una alemana a punto de casarse con un británico rompiera relaciones… Así de organizados han sido y serán los alemanes, mientras exista Alemania, porque como ocurre con el resto de Europa sus calles se llenan de inmigrantes que difícilmente se adaptarán al régimen disciplinario impregnado en la genética germana.

Los cráneos alemanes han cambiado. Mucho ha tenido que ver en esa revolución Angela Merkel, tan cerebralmente identificada con lo prusiano. La mujer que ha dirigido los destinos de la patria alemana y que ha «protegido» al resto de Europa con créditos a bajo interés, quizás como compensación al expolio de las clases medias que significó poner el euro a la par que el marco cuando los sueldos se valoraban en pesetas; esa mujer tan pocas veces sonriente, en su despedida animó a los alemanes a «ver el mundo a través de los ojos del otro y a percibir las perspectivas a veces incómodas y contradictorias de la otra persona». Esas palabras tienen tanta carga de profundidad que merecerían el aplauso de todos los que valoran el valor del diálogo. Eso lo ha dicho una mujer con aspecto pétreo, que contuvo sus lágrimas porque está bien que llorara Schröder en su despedida pero que lo haga una mujer del siglo XXI no entra en los cánones del contexto histórico.

Merkel eligió para su adiós a la política, entre otras, una canción religiosa de alabanza a Dios, porque hay países donde sus dirigentes no se avergüenzan de testimoniar su fe. En ese sentido, educada por un padre que era pastor luterano, no duda en reclamar diálogo con el Islam, eso sí profundizando en los valores heredados: «la mejor solución es volver a profundizar nuestra fe cristiana volver al culto a la iglesia y sumergirse en la Biblia…», afirmó en un debate en la universidad de Berna.

Esos principios, impregnados en su formación cristiana ayudan a pedir a sus compatriotas, como especie de testamento político, «ver el mundo a través de los ojos del otro…» Y un pueblo disciplinado como el alemán sabrá entender que desde el diálogo se progresa y que desde la humildad se puede entender la diversidad enriquecedora. Merkel aprendió la terrible lección de una Alemania dominada por el totalitarismo, el desprecio al «otro» al que se le negaba la dignidad de cualquier ser humano. El pueblo alemán, y esperamos que el pueblo europeo, despertará en favor de los valores que han construido una civilización de respeto a los derechos humanos.

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