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alberto soldado

VA DE BO

Alberto Soldado

Imperialismo cultural

Noviembre de 2008. Quito. En un programa en directo de la emisora más escuchada en la capital ecuatoriana un locutor alto, rubio y de ojos azules me pregunta si el juego de pelota lo implantaron los españoles en aquellas tierras «con las cabezas cortadas a los indígenas». Me lo preguntaba, en directo, un ecuatoriano de origen europeo difícilmente latino. Mi respuesta lo desmarcó: «No creo que lo hicieran pero en todo caso debe preguntárselo a sus antepasados porque según puedo observar usted no tiene nada de indígena y los míos se quedaron en España». Cortó en seco y hablamos sobre lo que tocaba: deporte. Por la noche en una cena oficial se sentó a mi lado y sólo se dedicó a hacerme la pelota.

En ese mismo viaje, en otra cena, surge la conversación y un ecuatoriano no indígena pronostica una próxima guerra entre indígenas y mestizos: «se hará inevitable», profetiza. De esto hace catorce años. El indigenismo cobra fuerza en toda la América de habla hispana. También en USA. Curiosamente la burguesía dominadora en estos países lanza sus diatribas contra España, exige reparaciones y perdones y en los programas escolares se inculca la idea del expolio y el genocidio, se insiste en lo que se ha venido en denominar Leyenda Negra. Esa burguesía, a veces de ojos azules, señala a España para librarse de las iras de las clases más populares que tienen perfecto derecho a preguntarse qué ha pasado desde hace dos siglos largos de independencia. Leyenda que, naturalmente, afecta a usted y a mí y no sólo en el plano sentimental, que puede ser positivo o negativo, que cada cual se lo tomará como quiera, sino en el plano del vivir diario; de la economía.

El sueño de Bolívar o de San Martín era liberar a sus pueblos del dominio español para fundar una nueva patria común. Aquella unidad bajo la Corona de España, que nunca consideró a aquellos territorios como colonias, acabó en división de una veintena de países. El sueño de Inglaterra se había cumplido. No necesitó de batallas, sino de sobornos y de infiltraciones para dividir a la que podía ser la patria más poderosa del planeta. Hoy Latinoamérica está sometida al dominio cultural anglosajón, ese mismo que inyecta dosis de odio en México, el mismo que derriba estatuas de Colón y Junípero Serra pero procura olvidar quién arrebató el oro de Californa y el petróleo de Texas a los indígenas que hablaban español, aunque en las películas del Oeste aparezcan como salvajes. El mismo que respeta como héroe al general Custer, el del Séptimo de Caballería, encargado del aniquilamiento de los indios.

El dominio cultural es parte del imperialismo económico. Cualquier intento de unidad latinoamericana será debidamente combatido por los agentes de superpotencias. Para ello usarán los medios propagandísticos que sean necesarios, dominarán los espacios universitarios y mediáticos y calificarán de perturbadores e incluso de fascistas a quienes se atrevan a cuestionar el relato dominante. Ahora impulsarán la lucha de indígenas contra mestizos; el caso es no permitir atisbos de resurrección. Siete estados de USA pertenecieron a México pero eso no se cuenta en las escuelas del país. Conquistan a la intelectualidad nativa y si es preciso colocan a presidentes al servicio de la CIA. Es hora de la verdad, la que hará libres a los pueblos, aunque cueste el precio de lo políticamente incorrecto.

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