Esta sección mensual «Las científicas cuentan» tiene un doble objetivo y en ella la palabra «cuentan», un doble sentido. Se intenta dar a conocer, dar cuenta, de lo que hacen las científicas radicadas en la Comunidad Valenciana y ellas mismas lo cuentan. A la vez, se favorece que la población tenga en cuenta la investigación llevada a cabo por científicas.

Para la colaboración de marzo, el mes que empezó celebrando la actividad profesional de las mujeres y que se ha convertido en el mes de reivindicación de la igualdad de las mujeres en todos los ámbitos, hemos pensado que tiene sentido contar a las mujeres científicas. Hacer las cuentas sobre ellas, cuántas son, dónde están y qué hacen. Esto también es una actividad científica. Las científicas sociales -en mi caso, socióloga dedicada al estudio de las mujeres y la ciencia- tenemos como objeto de investigación analizar parcelas de la realidad social y dar cuenta de ellas.

Desde hace varias décadas, con el convencimiento de que el desarrollo de los países y sus sociedades está directamente relacionado con su desarrollo científico, los gobiernos y otras entidades supranacionales (ONU, OCDE, Comisión Europea, Foro Económico Mundial, etc.) han empezado a interesarse por la participación de las mujeres en la ciencia. Las feministas académicas ya llevaban tiempo haciéndolo y, con cierta frecuencia -menor de la deseable- pensadoras y organizaciones, coinciden en sus intereses.

Fruto de esos intereses conjuntos tenemos, desde 2003, datos producidos por Eurostat sobre la situación de las científicas en la Unión Europea (Shefigures) y siguiendo ese modelo, desde 2007 tenemos datos sobre las científicas españolas (Científicas en cifras). ¿Qué nos dicen, que nos cuentan esos datos? Aún a riesgo de adelantar las conclusiones, nos dicen que la participación de las mujeres en la ciencia, en España y en Europa, es importante, pero no tan numerosa ni variada como debiera, ni crece lo bastante aprisa. Veamos en más detalle cómo es esa participación.

Conviene empezar enmarcando la situación mundial de las mujeres en educación para a partir de ahí tratar de entender su situación en ciencia. Según el Informe sobre la brecha global de género de 2021 del Foro Económico Mundial, la brecha entre mujeres y hombres en educación (y en salud y supervivencia) está prácticamente cerrada y los resultados educativos son paritarios en 37 países. Mientras tanto, la brecha en economía y participación política aún es muy elevada. En el ranking del Informe que compara 156 países podemos decir, con cierto orgullo crítico, que España ocupa el lugar 14, aunque ha retrocedido desde el lugar 10 que ocupaba en 2007.

De la educación, a la ciencia: según el último informe de la Unión Europea, Shefigures 2021, las mujeres obtienen el 48,1% de los doctorados, pero están sobrerrepresentadas en los doctorados en Educación e infrarrepresentadas en los de TIC, Ciencias experimentales, Ingenierías y Matemáticas. Esta infrarrepresentación de mujeres en los campos científico-tecnológicos se traslada al empleo. El empleo de las personas con estudios superiores está equilibrado en términos de género: las mujeres ocupan el 53,7 % de los puestos de trabajo que requieren grados universitarios, aunque las mujeres están menos representadas en los trabajos de ingeniería y los de ciencias experimentales, donde son el 41,3%. En total, las mujeres representan el 32,8 % de las personas empleadas en investigación en Europa. Estas cifras empeoran en emprendimiento: las científicas son menos de un cuarto del personal autónomo en áreas de ciencias, ingenierías o TIC.

La segregación horizontal por género persiste en las carreras investigadoras en los sectores más importantes de la economía europea (administración, educación superior y negocios) de los tres sectores, las investigadoras ocupan el 55,9% de los puestos de investigación en la educación superior. Mientras que los hombres ocupan el 53,3% de los puestos de investigación en los negocios y la industria.

Respecto a lo que podría ser considerado como la productividad del personal investigador (publicaciones, participación y/o dirección de investigaciones y patentes), las científicas están infrarrepresentadas tanto en la UE como en cada uno de los países miembros en el periodo 2015-2019, último del que tenemos datos. Las brechas de género en autoría son más significativas en Ciencias Naturales, Ingeniería y Tecnología. Hay menos mujeres participantes en equipos de investigación, todavía menos mujeres los lideran y hay muchas menos inventoras reconocidas. Sólo una de cada diez patentes es de mujer. Estas diferencias de género contribuyen al círculo vicioso del llamado «efecto Mateo» (al que más tiene, más se le dará) pues las investigadoras que tienen menos publicaciones o patentes a su nombre tienen menos posibilidades de conseguir financiación para sus proyectos y consecuentemente, tendrán menos publicaciones y menos inventos a patentar. Al efecto Mateo se le suma el «efecto Matilda» que consiste en la atribución a los hombres de descubrimientos de las mujeres.