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A vuelapluma

Alfons Garcia

Apareció un ciudadano normal

El conseller de Sanidad, Miguel Mínguez, compareciendo en les Corts en una imagen de archivo. Ana Escobar

No debería ser tan raro. Lo mejor de ayer en las Corts fue la aparición de un ciudadano normal. Quizá se le pase. Quizá olvide que hace poco más de un mes no sabía nada de esta fauna de periodistas y políticos, siempre sedienta de minutos de gloria. Pero ya ha servido de contrapunto. La sesión de control era anodina. Poco importó que cerrara curso. Un lado y otro de los bandos azotándose con la agenda española (la ley de memoria histórica, unos; las becas para ricos de Ayuso, otros). Unos y otros tirándose cifras a la cabeza, quitándoles todo valor: cuando el número de médicos actuales y de la época del PP es inferior o superior según quién maneje los datos es que estos han dejado de ser útiles. En este país cada vez hace más falta una institución validadora de datos. Si no existen cifras fiables —y en ello estamos— la confianza en la política y las instituciones flaquea. Y ya sabemos quiénes ganan. El problema no son los datos, claro; lo es la mala fe con que se manipulan.

Y en estas, el aire limpio lo introdujo en el hemiciclo el conseller de Sanidad, Miguel Mínguez, con ese aspecto de viejo profesor, algo desaliñado, con una camisa grande y una corbata que ignora el concepto moda. Fue el ciudadano normal. El que habla sin querer golpear. Como sin quererlo, dio un repaso al avezado diputado de la oposición ‘popular’, que acusaba al Consell de no haber renovado los contratos covid, a diferencia de otras comunidades. «Me indigna su desconocimiento», le contestó sin levantar la voz. Y le explicó que esos contratos se anularon al ceder la pandemia y que se proyectaron 5.000 contratos fijos para estabilizarlos. Pero que esa voluntad había topado con la realidad y solo se habían podido cubrir poco más de 4.000 porque las bolsas nacionales están vacías. No aportó la solución a la falta de médicos, pero dio una explicación creíble y sensata. A la oposición hay que pedirle que relaje la demagogia, aunque salive ya, y al poder hay que exigirle que huya de la propaganda. No caben anuncios como el de la retirada del canon del agua de hace una semana si es una prórroga y ya veremos qué pasa dentro de seis meses. En política valen derechos, no deseos.

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