REFLEXIONES

Imprevisión que linda con el delito

Guillermo Quintás

Guillermo Quintás

La versión oficial sobre el 24-J en la frontera de Melilla fue puesta en cuestión mediante un documental elaborado y publicado por la BBC. El día dos de este mes la carta de Pepa Bueno nos sorprende con la investigación conjunta de El País, Le Monde, Der Spiegel, Enass y Lighthouse Reports.

El resultado del visionado es demoledor, capaz de asolar la psicología más conformista y de exterminar hasta el último motivo de confianza en nuestro gobierno al no apreciarse ni un gesto de humanidad, ni de asistencia sanitaria a los heridos. El Sr. Presidente del Gobierno no debe preocuparse por identificar razones por las que pasará a la historia; no se verá a salvo de esta ignominia al reconocer que todo sucedió en «una zona operacionalmente conjunta»y que, por tanto, todo aconteció «solo tangencialmente en España». Nuestro presidente ya dio razones sobradas para apropiarse de una parcelita de la historia con las formas seguidas para llevar a término la entrega de los saharauis al Rey de Marruecos. Ahora bien, el puesto de honor lo ha logrado al no haber previsto y no haber evitado esa masacre con el mismo cuidado, atención y medios con que protegió los pasos y paseos de los asistentes a la reunión de la OTAN en Madrid. Una frontera desprotegida puede dar lugar mañana a otro incidente equivalente tan pronto como el Gurugú vuelva a acoger a los africanos que han sido dispersados por el territorio marroquí. La imprevisión ha sido tal que ha rozado la imprudencia y linda con el delito.

Muchos ciudadanos podrán olvidar la imagen de esos cuerpos amontonados contra una valla mientras eran gaseados, a los 470 emigrantes devueltos sin procedimiento legal, a los 70 desaparecidos o a los 23 muertos reconocidos. Ahora bien, los que hemos podido ver esos minutos de video no podremos olvidarlos y las imágenes nos perseguirán. Y, por tanto, Sr. Presidente no tendrá mi voto, no le daré la oportunidad de conservar el poder ni a Ud. ni a quienes forman parte de su gobierno; las palabras del Sr. Marlaska, «no hubo una masacre en Melilla», se ven contradichas por cualquier minuto de este informe. Ha sido tal el nivel de crueldad, tal la ocultación de los hechos, tan intenso el interés puesto en silenciar lo sucedido que el único favor que el Sr. Presidente podía hacer al PSOE, deseando salvar el honor de estas siglas, es darse de baja. Hay errores que exigen desaparecer de la escena política. Sr. Presidente, si le preocupa su lugar en la historia sepa que estas imágenes, hoy silenciadas, le perseguirán y algún día serán mostradas en las escuelas.

Cualquiera de nuestras cadenas de televisión puede ilustrar y arrojar luz sobre estos hechos para que cada ciudadano considere su posición y razone su futuro voto. Ahora bien, esta aportación de la televisión requiere que existan periodistas dispuestos a contribuir a este fin. ¿No hay demasiados siervos del poder dentro y fuera del PSOE? El Sr. Grande Marlaska también es uno de ellos.