REFLEXIONES

La capacidad docente de los equipos de salud

Guillermo Quintás

Guillermo Quintás

Cuando en un mismo año un conductor te ha llevado por delante al estar cruzando un paso de peatones, cuando ha sido preciso comenzar a funcionar con un marcapasos para llegarte a comprar la prensa y cuando no hay un rincón de nuestro país en el que los profesionales de la salud no alcen su voz para denunciar el deterioro de la atención sanitaria, no puedo mantenerme en silencio si tengo la oportunidad de opinar. En realidad, no es la primera vez en que desde estas mismas páginas hago una llamada a la austeridad y eficacia en nuestra administración. El paso por un quirófano da al paciente la medida exacta del nivel de conocimiento y de sensibilidad de los profesionales, sean cuales fueren sus actividades en ese quirófano. Si tuviera que valorar a los profesionales que me han atendido en el ambulatorio o en el Hospital Clínico solo podría mostrar mi agradecimiento ante los años de estudio y de trabajo que han hecho posible la atención prestada; agradecimiento que otros usuarios de otros ambulatorios y hospitales manifestarán a sus cuadros sanitarios. Verdad es que, hablando de sanidad, más de una portada ha dado cuenta de la saturación de las instalaciones o la demora en las pruebas diagnósticas. No quiero abundar en esos aspectos. Solamente deseo aportar un elemento que entiendo clave para dar respuesta a una pregunta: ¿Podremos superar la situación presente? Creo que sí, no tengo la más mínima duda: todos los ciudadanos deben confiar en la preparación de los equipos que están ejerciendo, pues la capacidad docente de esos equipos es tal que podrían incorporar y asumir las aportaciones de personal y de medios que el sistema de salud requiere y urge. Si ese inmenso haber que representa la capacidad docente de los equipos en ejercicio, cuya complejidad a nadie se le escapa, está tan acreditado, ya solo se requiere proceder a dotar de medios y personal a los actuales equipos persiguiendo que su tarea sea siempre motivo de satisfacción y no de agobio, de agradecimiento y no de violencia.

Todos los otros temas, incluida la reorganización de la asistencia primaria, son cuestiones de presupuesto y los temas de presupuesto solo requieren una verdadera discusión de la ley de presupuestos que debe salvaguardar la salud como una prioridad y no debe perseguir hacer presente al Estado en todos los rincones de actividad: hasta en las ITV. No hay para tanto. Parte importante de la administración autonómica y central que nos hemos dado debe ser puesta en cuestión. Muy significativas serían las opciones que se abrirían si la voluntad política atendiera con preferencia los deseos y necesidades de los ciudadanos. Mi confianza en la trayectoria profesional de nuestro conseller de Sanidad me lleva a esperar que abra cualquier discusión por descarnada que pudiera ser, pero que logre rentabilizar el verdadero aprovechamiento de los equipos sanitarios en ejercicio. A mis conciudadanos solo les pido que valoren prioritariamente el conocimiento y la investigación, pero que urjan y exijan a sus representantes en las Corts una verdadera discusión de los presupuestos.

Algunas ideas podíamos facilitarlas los ciudadanos, v.gr. el parlamentario que reponga su móvil que lo haga contra su presupuesto tal y como, por ejemplo, lo hacen los docentes. No me digan que citar este ejemplo es demagógico. Tenía que denunciar la falta de sensibilidad que supone el otorgarlos y el aceptarlos.