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Esas pequeñas cosas

Robert Raga

Robert Raga

El mundo de la política desarrolla con una facilidad notable decenas de proyectos, iniciativas y planes públicos muy importantes para la vida de sus ciudadanos cuyo coste económico necesita de una financiación mayor de la habitual y cuya duración se suele prolongar durante meses y años. Sin embargo, son esas pequeñas cosas que nuestros vecinos tienen a las puertas de sus casas las que requieren de una mayor atención y, por ello, desde los ayuntamientos lo tenemos muy en cuenta a la hora de gestionar los recursos públicos. Sin duda, ocupan un lugar privilegiado.

A lo largo de toda una legislatura, el asfaltado de las calles, la limpieza de los espacios públicos, el alumbrado, la jardinería y la poda, el agua potable, la recogida de los residuos sólidos y su posterior tratamiento o el cuidado hacia las áreas verdes, entre otros, constituyen uno de los ejes fundamentales que los alcaldes tenemos en un lugar preferente en nuestra hoja de ruta. Desde el primer al último día, las iniciativas por seguir mejorando nuestro municipio son nuestra prioridad absoluta, al margen de elecciones o de afán de notoriedad hacia la opinión pública. Por ello, no hay nada mejor para un alcalde o un representante político que salir a la calle, pisar el suelo y hablar con sus vecinos y vecinas, pulsar su opinión sobre el estado del municipio, conocer sus demandas, sus necesidades e impulsar las soluciones ante cualquier problema. Sólo así podemos atender correctamente a los ciudadanos, no hay mayor satisfacción que pisar la calle para ir mejorando el bienestar de nuestros ciudadanos. El despacho es muy importante para planificar, marcar las estrategias y diseñar la resolución de los problemas que se van sucediendo.

Sin embargo, la calle es la plenitud completa: el ágora donde podemos comprobar de primera mano si hemos acertado o no, si hemos llegado o si, en cambio, nos hemos retrasado. Son el auténtico "pulmón verde" de la opinión pública. El espacio donde esas pequeñas cosas adquieren su razón de ser.