tribuna

La trampa populista

Javier Paniagua

Javier Paniagua

No sabía yo que también la Gran Coalición encajaba en el concepto populista, y que además iba contra la democracia porque ésta se define por la necesidad de la confrontación política. ¿Siempre? J.C. Martí sí que admite que en la mitad de los años 70 hubo una especie de acuerdo, un póker de políticos, para salir de una dictadura. Y si uno estudia un poco la trayectoria de los países europeos desde la II Guerra Mundial, o desde la caída del Muro en 1989, todos (¡todos!) han construido grandes coaliciones entre el centro derecha y el centro izquierda, incluso Gran Bretaña entre los social-liberales y los conservadores o torys, y eso que su sistema electoral es mayoritario y lo posibilita poco. El resto de Europa debe haber abandonado la democracia hace tiempo porque han tenido periodos, y los siguen teniendo, de coaliciones de gobierno con posiciones políticas diferentes. Y es que la democracia también lo permite, no solo en la práctica sino también en la teoría. No hace falta irse a Max Weber, solo con que se estudie un poco los pensadores políticos contemporáneos (véase a Bhikhu Parek, Alianza,1982) se entenderá lo que significan las grandes coaliciones en la Europa democrática, sin dejar de serlo. John Rawls ya señala que «la sociedad humana se caracteriza tanto por la armonía como por el conflicto de intereses» (p.184). Existen periodos en que las sociedades llegan a acuerdos, como se ha hecho en toda Europa, desde Suecia, Lituania, Estonia, Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Eslovaquia, Francia, Chequia…hasta Italia y Grecia, y por supuesto Alemania. Creo, además, que todos ellos se declaran democráticos. Las realidades políticas de cada uno así lo determinaron y lo asumieron «democráticamente». Todavía no se ha constituido en España, y hay realidades políticas desde 2008 que, en mi opinión, así lo aconsejan sin que ello vaya en contraposición de la democracia. Pero el tiempo lo dirá porque en Alemania costó más de 25 años llegar a la Gran Coalición, y en Francia también tardó, hasta Macron (dos ministros socialistas y uno comunista). En todo caso será una decisión democrática tanto si se hace como si no, porque sí creo que España no es diferente, como predicaba cierto franquismo.

Además, se le atribuye a la Gran Coalición el carácter de populista, y eso sí que me ha extrañado, porque el propio concepto, si nos atenemos a la bibliografía publicada, tiene diferentes concepciones teóricas. Desde los años 50 del siglo XX en que se caracterizó a Perón y al peronismo como populista, se han ido editando no menos de 300 libros y más de 500 artículos sobre qué entender por populismo. Y todavía no se han puesto de acuerdo. Es uno de esos términos que se utilizan alegremente, más como descalificativo que como precisión conceptual admitida por consenso. ¿Por qué es populista la Gran Coalición? ¿Lo es también en el resto de Europa? ¿Son los alemanes o los daneses populistas? Hoy ya no se alude en las últimas publicaciones a una definición única. Se aplica en función del estudio pormenorizado de cada sociedad y se analizan los rasgos comunes que pueden ser definitorios de lo que allí ocurre (véase el número 119 de Afers, 2018). Si todavía en España no ha habido Gran Coalición ¿puede ya, a priori, calificarse de populista? No parece muy científico ni adecuado intelectualmente. Cada uno podrá considerarla perjudicial, atendiendo a sus análisis políticos y sociales de la situación actual española, y otros, en cambio, como es mi caso, creemos que una Gran Coalición es un elemento clave para abordar temas comunes no resueltos en la actual estructura política española, y ambas posturas son democráticas en el juego intelectual. Los 16 millones de votos que han tenido PP y PSOE pueden dar la oportunidad para encauzar asuntos pendientes que hoy se abordan de manera distinta en ambas organizaciones. Precisamente para llegar a acuerdos como en 1978 puede venir bien limar las asperezas ideológicas de cada una de ellas. Ya no estamos en el franquismo cuando el nacionalismo o ETA se percibía, per se, una opción de izquierdas, revolucionaria o no. La financiación de las comunidades, el agua de los ríos y de los humedales y la coordinación en determinados temas hacen necesario una Gran Coalición. No se me ocurrirá descalificar a los que no creen en ella, pero hay que argumentar con bases teóricas sostenibles, y para eso hay que dedicar varias horas diarias al estudio.

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