tribuna

El solar educativo

Al final de su vida, Stefan Zweig escribió sus memorias en un libro único que debería estudiarse y leerse al menos una vez en la vida, El mundo de ayer. Relata el destino de toda una generación que vivió en sus carnes las dos guerras mundiales y fue testigo del colapso de todo un mundo y de unos principios y valores que se creían indestructibles. Indagando cuándo fue la primera vez que escuchó el nombre de Adolf Hitler y cómo al principio era un nombre más sin importancia e influencia, explicita un principio, una ley que la historia repite y que nos debería servir para comprender la vorágine de acontecimientos que estamos viviendo: «Obedeciendo a una ley irrevocable, la historia niega a los contemporáneos la posibilidad de conocer en sus inicios los grandes movimientos que determinan su época».

Este principio deberíamos tenerlo muy presente para analizar y comprender qué esta pasando en este país en relación con la educación. Estos días, en la apertura de las puertas de los colegios, de los institutos, centros de formación profesional y universidades, la alegría y la esperanza contenidas deberían fluir en el profesorado. Pero no es así. ¿Por qué?

La educación en España ya no importa. No existe un debate formal y serio sobre las necesidades reales que brotan de las aulas. Ha desaparecido de las agendas políticas. En los debates de la campaña electoral no se mencionó ni una sola vez. Hagan la prueba. En el debate a dos y a tres, ni un solo segundo. En los seis pactos de estado que Feijóo le ofreció a Sánchez no ha aparece. Ni rastro de ese Pacto de Estado por la Educación que debería ser la urgencia número 1 de este país. Y, por último, repasen las condiciones, o las amenazas, como quieran ustedes, que ese prófugo de la justicia blanqueado en héroe por el mismo Estado y nada más y nada menos que por su Vicepresidenta, ha lanzado al PSOE para facilitar la legislatura de Pedro Sánchez. Cómo no, tampoco se habla de educación, faltaría más. Cuántas veces escuchamos la palabra amnistía, incluso se habla de hacer una amnistía express. Cuánta prisa, cuánta efectividad y determinación para lo que se quiere. ¿Será que la educación en España va viento en popa a toda vela?

El principio de Zweig nos viene a decir que los árboles no nos dejan ver el bosque. Hoy en España se habla de todo, de polémicas en forma de ventiladores, para no hablar de lo realmente importante. La educación es el eje vertebral de una sociedad, nos guste o no. ¿Somos conscientes de los retos educativos que tenemos encima de la mesa? Hay muchos, pero señalemos algunos de naturaleza diferente. El primero, la caída persistente de la natalidad. En los últimos cinco años el número de alumnos de infantil ha disminuido en más de 145.000 y en primaria en 159.000. Nos salva la inmigración tan denostada por algunos iluminados y ultramontanos. El segundo, el 27,4% de nuestro alumnado está en situación de pobreza y las becas destinadas al comedor sólo llegan al 11,2%. De cada 100 alumnos, casi 30, viven en condiciones de necesidad. Sin mencionar ni tratar todos los fenómenos de acoso, violencia, adicciones a las redes sociales, suicidios que cada día vivimos y que el poder político ignora y silencia. El tercero, gravísimo. A día de hoy en la mayoría de materias de 2ºBachillerato, el curso puente hacia la Universidad, una de las instituciones responsables de marcar el ritmo y el compás de la historia, no se sabe su encaje en las pruebas de evau 2024 en relación con la LOMLOE. Los claustros, los chats, las reuniones de etapa, cocopes, son hervideros de confusión, de no saber qué hacer porque las autoridades educativas no han hecho su trabajo. La moral del profesorado está tocada, puesto que no se respeta ni valora su función única. Estamos ante una educación vaciada, como un solar, y ante unos docentes, ya no indignados, más bien desolados, tristes y defraudados por tanta incompetencia y con la pregunta, ¿qué será lo próximo? Mientras tanto sigamos con los picos y pinganillos de turno. Así nos va.